Los conquistadores del Perú Francisco Pizarro, socio de Diego Almagro, sale de Panamá en 1531 rumbo al sur, llegado a la costa del Perú. En Cajamarca vence a los incas (1532) y ordena la muerte de Atahuallpa. Anoticiado el emperador Carlos V de esta conquista, divide el territorio entre Pizarro y Almagro, pero las desavenencias entre ambos hicieron que Pizarro proponga a Almagro la exploración de la parte meridional. Los hombres de este, al mando de Juan de Saavedra, penetran en el actual territorio de Bolivia, fundando Paria y Tupiza.
La conquista dio lugar a grandes abusos por lo que se emiten las Ordenanzas de Barcelona que iban dirigidas a reprimir los abusos. Los conquistadores piden a Gonzalo Pizarro, que entonces se hallaba en Porco, que los encabezase en contra de las disposiciones del rey. Conocida en España la rebelión pizarrista, el Emperador envió al Perú a Pedro de la Gasca quien derrotó a Gonzalo Pizarro.
La Audiencia de Charcas
Apaciguados los ánimos, se crea la Real Audiencia de Charcas (1559), dependiente del Virreinato del Perú. Este organismo constaba de cinco oidores y un presidente. Sus límites quedaron definidos de la siguiente manera: al norte hasta el Collao (Ayaviri y Asillo); al noroeste por las provincias de Moxos; al este y sudeste, las tierras de Chiquitos y el Chaco Boreal, más las jurisdicciones de Tucumán, Juries y Diaguitas. Al sur, el Desierto de Atacama pertenecía a Charcas. En el siglo XVII (1617), estos límites fueron reducidos, quitando de la Audiencia de Charcas el gobierno del Río de La Plata.
La Audiencia dependió del Virreinato del Perú hasta 1776, fecha en que pasó a formar parte del Virreinato del Río de La Plata.
Fundación de ciudades
A la conclusión de las guerras civiles, La Gasca encomendó a Alonso de Mendoza la fundación de Nuestra Señora de La Paz, la que se realizó en octubre de 1548, en el pueblo de Laja. El sitio elegido para la nueva ciudad era el valle de Chuquiabo. Previamente, Diego Centeno había fundado la ciudad de la Plata en Chuquisaca (1540).
En 1545, el indio Diego Huallpa encontró yacimientos de plata en el Sumac Orco o Cerro de Potosí. A partir de entonces, al pie del cerro, se alzó un campamento, que años más tarde se consagraría como ciudad la que fue ocupada principalmente por mitayos y azogueros (dueños de minas). Como para la extracción de la plata era necesario el azogue (mercurio), el cual se traía de Huancavelica (Perú), se formaron bandos entre los mineros ricos que eran los Vascongados y los mineros de menores recursos llamados Vicuñas.
Estos agrupaban a castellanos, andaluces y criollos. Estos bandos derivaron en luchas callejeras y hechos de sangre que duraron durante todo el primer tercio del siglo XVII.
En tanto, en el valle de Cochabamba, Ruiz de Orellana compraba tierras a los caciques de Sipesipe, tierras sobre las que se fundó la Villa de Oropesa en 1571.
En 1574, el Virrey Toledo encarga al Capitán Luis Fuentes la fundación de una villa en los términos y región de los chiriguanos en el valle de Tarija. En el altiplano, Manuel Castro de Padilla (1606) fundó la ciudad de Oruro en el asiento minero situado en tierra de Urus. Finalmente, en 1622 quedó consolidada la fundación de Santa Cruz de la Sierra, que ocupó al sitio de San Lorenzo de la Barranca.
Obispados y fundación de la Universidad de Chuquisaca
Durante el virreinato, la iglesia desempeñó un importante papel a través de sus dos ramas: por un lado, las órdenes regulares como franciscanos, jesuitas, dominicos, etc, y, por otro, a través del clero secular que dependía de los obispos. El primer Obispado se fundó en la ciudad de La Plata (1552); años después, en 1605 se erigió el obispado de Nuestra Señora de La Paz, conjuntamente con el obispado de Santa Cruz que tuvo su sede en Arani.
En 1624, el padre Juan de Frías Herrán fundó la Universidad sobre el colegio jesuita. Siete fueron las primeras cátedras: dos de teología, una de moral, una de artes, dos de latín y una de aimara. La facultad de Cánones o Derecho se fundó en 1681. En el siglo XVIII se creó, adjunta a la Universidad, la Academia Carolina.
Cacicazgos
Se respetaron los cacicazgos y los derechos de los caciques indígenas, quienes obtuvieron privilegios a cambio de los cuales estaban obligados a llevar a Potosí el número de mitayos establecido, ayudar en el cobro de tributos y dar, por medio de sus indios, servicio en los tambos. Los caciques fueron la pieza fundamental de la colonización pues se constituyeron en el nexo indispensable entre las autoridades españolas y la gran masa indígena.
Los esclavos
Cuando los españoles llegaron a América la esclavitud era una institución ya establecida. Carlos V concedió “licencias” para introducir esclavos en las Indias. Al subir al trono Felipe II, casi todo el comercio, compartido con ingleses y holandeses, pasó a manos de portugueses que compraban a los esclavos negros en la costa occidental de África. A la Audiencia de Charcas llegaron, principalmente, de Angola y del Congo. Los esclavos eran llevados hasta Panamá donde los embarcaban rumbo al Callao (Perú), que era el punto de distribución para todo el virreinato. Al fundarse el Virreinato de Buenos Aires se habilitó este puerto que era más directo a Potosí.
La mayor parte de los esclavos llegados a la Audiencia de Charcas se los destinaba a trabajos domésticos y de servicio. Se intentó introducirlos en el trabajo de las minas pero su mortandad era tan grande que no se siguió con este criterio.
Los estratos sociales
Al terminar la conquista sólo existía la clase de los vencedores, o sea los hidalgos, soldados y encomenderos, y la de los vencidos, o sea el pueblo indígena. De la mezcla nació la clase mestiza que se dedicaba especialmente a los oficios artesanales como carpintería, zapatería, platería, herrería y otros. En el siglo XVI no vemos a esta clase ocupar papel alguno; pues desempeñaba puestos subalternos en una sociedad donde la clasificación era español peninsular, criollo o español nacido en América, indígenas nobles, mestizos, indios y esclavos.
Economía
Al descubrirse las minas de Porco y luego las del cerro de Potosí, la economía del altiplano radicó exclusivamente en la explotación minera de la plata. En el XVI, esta economía se centró en torno a la villa de Potosí. Esta ciudad monoproductora concentraba en sí la mejor parte de la producción agrícola del país. Consumía la coca de los Yungas de La Paz, la hierba mate del Paraguay y el trigo de Cochabamba, Chuquisaca y valles circundantes.
En la economía de esos años no cabe la industria, aunque podemos citar algunos ejemplos como los de obrajes, especialmente en La Paz, que instalados desde 1563 proveían de tela y ropa a toda la región.
El Virrey Francisco de Toledo: la mita, las encomiendas y las reducciones.
El Virrey Francisco de Toledo visitó toda su jurisdicción llegando hasta Potosí, allí construyó la Casa de Moneda y las lagunas para la molienda hidráulica del mineral. Asimismo, reguló la mita con base en el sistema incaico que había encontrado. La mita consistía en el servicio obligatorio y escasamente remunerado que, en plazos de cuatro meses y por turno, debían prestar los indígenas del Perú en las minas. Esta dura reglamentación, a través del tiempo, se convirtió en semillero de abusos. El Virrey Toledo durante su gobierno (1569-1581) hizo la tasa, o censo, de los indígenas y los sujetó, además de la mita, a tributo.
Uno de los aspectos importantes de la política de Toledo fueron las reducciones, que consistían en reunir en un solo pueblo las aldeas prehispánicas dispersas.
Toledo ya encontró la encomienda establecida, sistema que se había creado para beneficiar a los conquistadores que fueron fieles al rey. Se les otorgaba una cantidad de tierra con los indígenas en ella incluidos. Los encomenderos estaban obligados a cristianizar a estos indígenas. La encomienda, después del levantamiento de Gonzalo Pizarro, se adjudicó solo por dos vidas.
Las misiones Jesuitas en Moxos y Chiquitos
Los padres Pedro Marbán y Cipriano Barace fueron destinados a la conquista espiritual de los Moxos, se trasladaron de Lima a Santa Cruz y de allí, en 1675, por vía fluvial, remontaron el Guapay hasta las tierras de Moxos. En 1682 fundaron la misión de Nuestra Señora de Loreto. Barace regresó a Santa Cruz desde donde llevó 200 cabezas de ganado vacuno a la región de Beni. En 1686 fundó la misión de la Santísima Trinidad a orillas del Río Mamoré, hoy capital del departamento de Beni.
El Padre Arce partió de Santa Cruz, con intención de llegar hasta el río Paraguay, para reconocer las tribus chiquitanas que habitaban esta región y visitar las recién fundadas misiones chiriguanas. En esta expedición, fundó San Francisco Javier, primera reducción levantada en tierras de Chiquitos. La organización y construcción de las misiones se debió, en gran parte, a jesuitas centroeuropeos, entre los que destaca el padre Martín Schmidt. Estas misiones se desarrollaron en el siglo XVIII, pero fueron truncadas a raíz de la expulsión de los jesuitas en 1667.
Los prolegómenos de la independencia
Antes de finalizar el siglo XVIII, el sentido independentista se había encauzado en el movimiento indigenista de 1781. Este levantamiento, abarcaba todo el virreinato, reuniendo en torno a él a gran número de caciques. En Charcas, lo secundaron los tres hermanos Catari en la región de Chayanta (Potosí) y TupacCatari en La Paz, quien sitia la ciudad durante varios meses con un fatal desenlace, la muerte de los principales cabecillas de la rebelión.
Después de la rebelión, los días del imperio español en los Andes estaban contados, pues a la rebelión se añadieron algunos hechos que llevaron a su fin a este régimen como la expulsión de los jesuitas (1767) que dejó desguarnecidas las misiones de Moxos y Chiquitos. También, quedó fuera de la tutela de la orden jesuítica la Universidad de San Francisco Xavier, donde se gestó la doctrina que sentó las bases de la rebelión en Charcas.
La entrada de los Borbones había significado un cambio en el gobierno de las Indias; sin embargo, ese cambio no se hace tan palpable hasta Carlos III, cuyas reformas tienden a mejorar la administración en América, pero estas sustituían un régimen de poderes distribuidos por un sistema centralizado. Los corregimientos fueron sustituidos por las intendencias, quedando la Audiencia solo con el poder jurídico.
Esta era la situación política en los últimos veinte años del siglo XVIII; cargada de reformas y separada de su pasado inmediato, la sociedad de Charcas no sobrellevó bien el cambio y se vio ante un proceso que la llevó hasta la independencia total.
La independencia y la consolidación de la república
Si bien la independencia norteamericana y los ideales de la Revolución Francesa influyeron en la emancipación, su influjo fue accidental y obró solo como estimulante en una sociedad cuya disgregación ya estaba en marcha.
En 1808, Napoleón Bonaparte invade España y el rey Carlos IV abdica a favor de su hijo Fernando VII. En 1808 se reúne la Corte de Cádiz, que tenía una inspiración liberal y que intenta conseguir la adhesión de las provincias americanas, para lo que envía a Goyeneche a Charcas. El objetivo no tuvo éxito, así como las pretensiones de Carlota de Braganza que intentaba anexionar Charcas al Brasil. La misión de Goyeneche fue el detonante que produjo una inmediata reacción en los Oidores de Charcas y que precipitó el levantamiento de Chuquisaca en mayo de 1809, seguido inmediatamente por el de la Paz, en julio del mismo año, el cual fue duramente castigado.
Después de las violentas represiones de 1810, Charcas queda en manos de las guerrillas por un lado y de los realistas por otro. Entre los guerrilleros hay que destacar la actuación de Juana Azurduy de Padilla en la zona de Chuquisaca, Warnes en Santa Cruz, y Lanza y los guerrilleros de Ayopaya en la zona de la Paz y Cochabamba. Hay un intento de liberar a la Audiencia desde Buenos Aires, pero los cuatro ejércitos auxiliares que se envían fracasan. A partir de ese momento el Alto Perú, actual república de Bolivia, queda aislada como reducto del poder hispánico hasta la llegada de ejércitos libertadores, y son solo las guerrillas las que mantienen la guerra. Por su parte, el ejército realista estaba dividido entre liberales y absolutistas, vale decir entre aquellos que acataban las directivas de Cádiz y los que se plegaron al rey Fernando que había optado por el absolutismo. En el primer grupo estaba el Virrey La Serna y el general Valdez, en tanto que Pedro de Olañeta era partidario del rey y del absolutismo.
Esta era la situación en 1821 cuando Bolívar, después de las batallas de Boyacá y Carabobo, emprende su gran sueño: la libertad de América. Atravesando Colombia, llega a Quito encomendando su ejército al general José Antonio de Sucre, quien vence en Pichincha. En esta batalla estuvo el Mariscal Andrés de Santa Cruz.
Después de la reunión en Guayaquil (1822) con San Martín, Bolívar bajó hasta Lima donde fue recibido con cierto recelo. El Virrey la Serna se había retirado a Cuzco. Es entonces que el general Pedro de Olañeta que controlaba el Alto Perú se rebela. Valdez va a enfrentársele; Olañeta se retira al sur, hasta Cotagaita, donde es asesinado. Con su muerte el camino a la Audiencia de Charcas, conocida entonces como Alto Perú, quedó expedito. El mismo año que muere Olañeta se dan las batallas de Junín y Ayacucho, y Bolívar decide enviar a Sucre para liberar el Alto Perú.
Antes de su muerte, el general Olañeta había enviado a su sobrino Casimiro para conseguir refuerzo de armas, éste desvía su camino y sale al encuentro de Sucre. Ambos se encuentran en Desaguadero, ambos cabalgaron rumbo a la ciudad de la Paz, donde se emitió el decreto del 9 de febrero que pide que las provincias altoperuanas decidan su destino. Mucho se ha escrito sobre la influencia que pudo tener Olañeta sobre Sucre para que el decreto se emitiera en esta forma; en todo caso, Sucre vio a través de él el deseo de autonomía que tenían los altoperuanos.
De acuerdo al decreto se eligieron los representantes para la Asamblea que tuvo lugar en Chuquisaca, la que estuvo presidida por Mariano Serrano. Olañeta participó en la Asamblea, la que por mayoría determinó que Charcas se separaba tanto del Bajo Perú (antiguo Virreinato) como de las Provincias del Río de La Plata (que con anterioridad habían formado el Virreinato de Buenos Aires). El acta se firmó el 6 de agosto de 1825.
Bolívar había cruzado el desaguadero y las poblaciones en masa salían a recibirlo. El Libertador se dirigió a Potosí a cumplir su promesa de visitar el famoso cerro. Bolívar fue el primer presidente de Bolivia y durante su mandato promulgó la Constitución Vitalicia que fue derogada cuando el Libertador abandonó el país. En mayo de 1826, el Congreso encargó el mando de la nación al general Sucre. Durante el gobierno de Sucre se crearon, con base a las antiguas intendencias, los departamentos de Chuquisaca, La Paz, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz y Oruro. Se confiscó parte de los bienes de la Iglesia Católica y expulsó a los miembros de las órdenes religiosas, con excepción de los franciscanos. Esta medida le trajo el rechazo de la iglesia y de los sectores conservadores; por otra parte, las tropas colombianas que aún se mantenían en Bolivia sin una función aparente estaban descontentas, llegando a sublevarse el destacamento de Voltígeros. Por otra parte, la manutención de estas tropas era muy onerosa para Bolivia.
En el campo internacional, Perú se apresta para una guerra con Colombia por lo que le resultaba incómoda la presencia de tropas colombianas en Bolivia. Gamarra se aproximó a la frontera, ante lo cual Sucre arregló una entrevista con él, a su regreso sufrió un atentado en el que fue herido en el brazo. Gamarra entonces avanzó con sus tropas hasta Oruro; las tropas bolivianas comandadas por Urdininea y Blanco lograron detener a Gamarra y firman, en 1828, el tratado de Piquiza, el cual estipulaba la salida de las tropas colombianas de Bolivia. Sucre renunció al mando y abandonó el país quedando Pérez de Urdininea como jefe del consejo de ministros.
Con estos hechos la república de Bolivia quedó, finalmente, en manos de los bolivianos.
La construcción de la República
La salida del Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana de Bolivia y la presión del general Agustín Gamarra, que tras invadir el país pretendía la anexión de Bolivia al Perú, abrió un tiempo complejo y altamente inestable en el país en el periodo de abril de 1828 a mayo de 1829.
Los interinatos del general José María Pérez de Urdininea y del general José Miguel de Velasco dieron lugar a la reunión de una asamblea general en diciembre de 1828 que dejó sin efecto la primera elección del Mariscal Santa Cruz (agosto de 1828) y eligió como Presidente al general Pedro Blanco, cuya tendencia era aceptar las presiones de Gamarra y la influencia decisiva del Perú en el destino de la joven nación.
El asesinato de Blanco, apenas cinco días después de su posesión, cambió dramáticamente el rumbo de las cosas. La asamblea reconoció la elección original de Santa Cruz y entregó el mando al general Velasco.
Santa Cruz llegó a Bolivia en mayo de 1829 y el 24 de ese mes fue posesionado como Presidente del país. Con esta decisión, la tensión entre Gamarra y Santa Cruz, que reflejaba la posición anexionista del Perú (Gamarra) y la integracionista de Bolivia (Santa Cruz) se resolvería por el segundo camino.
Mariscal Andrés de Santa Cruz
Santa Cruz fue el verdadero constructor de la nación. Hasta su llegada al mando, el país estaba sumido en el desorden, el déficit fiscal crónico, un ejército incipiente y desorganizado y una absoluta carencia de base institucional y legal. El único punto de referencia era la Constitución bolivariana proclamada en 1826. Los dos objetivos fundamentales del Mariscal de Zepita fueron la consolidación y fortalecimiento del país y hacer posible la confederación entre Bolivia y Perú.
Entre 1829 y 1835, Santa Cruz emprendió una tarea verdaderamente titánica. En su gobierno se dictaron dos constituciones: la de 1831 y la de 1834 que sustituyeron la concebida por el Libertador. La tarea de redacción de códigos inspirados en los códigos napoleónicos, colocó a Bolivia a la vanguardia de las naciones sudamericanas al ser el primer país del continente en contar con códigos civil, penal, de procedimientos, mercantil y de minería. En 1831 creó el departamento de Tarija que había decidido voluntariamente integrarse a Bolivia rechazando la opción de formar parte de la Argentina. Su obra económica partió de la idea de ordenar el manejo del erario público votando los presupuestos en el Congreso y manejando el tesoro con gran escrupulosidad. El ministro José María de Lara se ocupó de ese trabajo. Esa sola medida superó los graves déficits fiscales anteriores. Su política económica fue inicialmente proteccionista en un intento de impulsar la industria (particularmente textil), pero progresivamente fue abriendo fronteras en la medida en que la producción local no era competitiva. Fomentó la producción minera y en particular la de oro.
Santa Cruz creó el primer banco del país, el Banco de Circulación y varios de rescate de minerales. Consciente de la importancia que tenía para el país una vinculación con el mar, declaró al puerto La Mar (Cobija), como puerto franco con un arancel único y lo visitó personalmente. Regularizó la propiedad de la tierra en el agro, declarando propietarios a los caciques que demostraran posesión de por lo menos diez años de sus tierras. La creación de la moneda feble (acuñación de moneda con menor ley del metal de plata) fue a la larga contraproducente, pues terminó desvalorizando la moneda boliviana, generando un valor artificial e inflacionario al circulante. En sus nueve años y medio de gobierno, promovió dos censos: el de 1831 y el de 1835. La población bordeaba el millón de habitantes.
En educación superior, creó la primera universidad en tiempo de la República, la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (1831) y luego la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba (1832).
Su imponente personalidad y la tarea de organizador le valió el respeto de naciones europeas con las que abrió relaciones como Inglaterra y Francia o americanas como Estados Unidos.
Si bien el ejército boliviano nació al regularizarse las fuerzas revolucionarias que nos dieron la independencia, el verdadero ordenamiento militar se dio a partir de 1829 con un reglamento estricto, la contratación de oficiales extranjeros como Otto Felipe Braun y otros. En pocos años, su modernización y pertrechamiento lo convirtió en una de las fuerzas militares más poderosas de Sudamérica.
La Confederación Perú-Boliviana
En 1835, Bolivia era una nación respetada en el continente, organizada y respaldada por leyes modernas, con una economía estable y poder militar significativo. En esas circunstancias, Santa Cruz hizo realidad el sueño de su vida. El Mariscal de Zepita fue el único gobernante sudamericano que logró aplicar un proyecto integracionista. Se basaba en un pasado común, raíces históricas y culturales que se remontaban al período prehispánico, preinca e inca (el origen mítico del imperio en el Titicaca) y casi 250 años de historia colonial bajo el Virreinato del Perú. Los elementos comunes entre ambas naciones justificaban sobradamente la idea crucista.
Ante el caos reinante en un Perú dividido, su Presidente José Orbegoso casi inerme pidió apoyo a Santa Cruz. Las tropas bolivianas cruzaron el desaguadero en 1835. Los triunfos militares de Yanacocha frente a Gamarra y Socabaya frente a Santiago Salaverry consolidaron su poder en el sur, lo que le permitía encarar su gran proyecto. Para equilibrar el peso específico de los países confederados, dividió al Perú en dos: norte con su capital en Huaura y sur con su capital en Sicuani.
Bolivia mantenía su integridad. Reunió tres congresos, uno en Huaura, otro en Sicuani y otro en Tapacarí (Bolivia) que aprobaron la creación del nuevo estado confederado y nombraron a Santa Cruz su Supremo Protector. El 28 de octubre de 1836 se ratificó el pacto de la Confederación Perú-Boliviana.
Muy pronto surgieron las presiones externas, el dictador Rosas de la Argentina intentó intervenir en Bolivia, pero sus fuerzas fueron derrotadas brillantemente por Braun en las batallas de Iruya y Montenegro. Pero el peligro más grande venía de Chile. Diego Portales, ministro del Presidente Fernando Errázuriz, planteó la tesis de que la única posibilidad de supervivencia de Chile en el futuro era la destrucción de la Confederación, que era en todo superior a su patria. En 1837, Chile declaró la guerra y envió al general Manuel Blanco Encalada que desembarcó en Ilo y atacó Arequipa. Santa Cruz lo rodeó y lo paralizó totalmente. Ingenuamente, el Protector le perdonó la vida y le permitió volver a Chile con un mensaje de paz que el congreso chileno no consideró. En 1839, el general Manuel Bulnes desembarcó en el norte de Lima y derrotó a Santa Cruz en la batalla de Yungay.
Las oposiciones peruana y boliviana aprovecharon la oportunidad para hundir a la Confederación y derrocar a Santa Cruz, que no pudo volver a Bolivia ante el golpe de estado protagonizado por Velasco, que en el colmo de su anticrucismo envió una carta de felicitación a Bulnes a nombre del nuevo gobierno boliviano.
La consolidación de la independencia. Ingavi
Entre 1839 y 1841, Bolivia se sumió en el desorden y en el peligroso trance de su desaparición como estado soberano. Velasco gobernó un país en permanente conmoción. Al principio, el gobierno de la “restauración” dictó una nueva Constitución (1839) y oficializó a Sucre como capital de la república. Enfrentó en su corto período el asedió del general José Ballivián con fuertes aspiraciones presidenciales y de los seguidores de Santa Cruz que impulsaban la recuperación del mando arrebatado para este. Ballivián fue desterrado a Perú y aliado con Gamarra emprendió una aventura en la que el peruano alimentaba de nuevo la idea de anexar Bolivia al Perú.
En junio de 1841, Velasco fue derrocado. Entre junio y septiembre de ese año, los precarios y breves gobiernos del general. Sebastián Agreda y luego de Mariano Enrique Calvo (nominalmente el primer Presidente civil de Bolivia) instalados en Cochabamba, ambos a nombre del depuesto Santa Cruz, terminaron ante la imposibilidad del Mariscal de volver a Bolivia. La fuerza militar de Ballivián tomó La Paz y proclamó a su jefe. Pero Gamarra, una vez en Bolivia, rompió con Ballivián y amenazó al país. Desde el sur, Velasco le ofreció sus tropas a Ballivián, dejando de lado sus enconos personales y en noviembre de 1841, en los campos de Ingavi, Ballivián derrotó a Gamarra, quien murió en combate. Fue el último intento peruano por lograr la anexión. Este triunfo militar significó la consolidación definitiva de la independencia boliviana.
El militarismo. Entre aristocracia y populismo
Los seis años de gobierno de José Ballivián, descendiente de una aristocrática familia paceña, se inscriben en la continuidad de la línea crucista. Impulsó la educación, fortaleció las políticas de minería, aumentando los bancos mineros de rescate y desarrolló una veta de proteccionismo económico a través del incremento de impuestos de importación de varios productos. Estos son algunos rasgos que definen este período en el que comenzó el auge de la producción de cascarilla o quina.
La quina se usaba en el mundo como medicamento para curar la fiebre terciana y reportó importantes ingresos al país. También, aparecieron los primeros indicios de la explotación de guano en el Pacífico. La obra de Ballivián es fundamental en la integración del noreste boliviano. La creación del departamento de Beni que incluía las misiones de Mojos (1842) fue un paso fundamental, así como las exploraciones e investigaciones de ese territorio promovidas por el Presidente.
El Censo de 1845 estableció una población de 1.378.896 habitantes, la inmensa mayoría asentados a más de 2.500 metros de altura en las zonas del altiplano y valles.
Durante su gobierno, Arica, igual que en el período colonial, volvió a ser el puerto natural de exportación e importación de Bolivia, con un tratamiento preferencial logrado en acuerdo con el gobierno de Perú.
A lo largo de su mandato, los intentos permanentes de su enemigo personal, el general Manuel Isidoro Belzu, culminaron en una escalada subversiva en 1847 que terminó en diciembre con el ingreso triunfal de Belzu a La Paz. El 23 de ese mes, Ballivián resignó el mando en la figura del general Eusebio Guilarte que, apenas diez días después, fue derrocado por el general Velasco, quien tras nueve meses de precaria administración poco pudo hacer como no fuera mantenerse en el mando hasta ser derrotado en diciembre de 1848 por Belzu en la batalla de Yamparáez.
Belzu marcó un giro en el relacionamiento del gobernante con su sociedad. Era hostil a la aristocracia chuquisaqueña y planteó un nuevo lenguaje que algún historiador ha definido como “socialismo cristiano”. Se proclamó defensor de los desposeídos, especialmente de los artesanos, atacó la propiedad privada, pero, por sobre todo, llevó adelante una política proteccionista radical, mucho mayor que la de sus antecesores, que en algunos aspectos habían aplicado políticas económicas eclécticas. Sus medidas fueron aranceles contra la manufactura inglesa, leyes que prohibían a los extranjeros ejercer el comercio y creó monopolios de producción estatal. La producción de quina llegó a su momento de mayor auge hasta convertirse en un ítem de los más importantes de ingreso para las arcas fiscales. En este período comenzó a renacer la minería que durante los primeros años de la república había atravesado una grave crisis. Los cambios tecnológicos en Europa y Estados Unidos, permitieron la rehabilitación de minas inundadas y el comienzo aún incipiente de nuevos procesos industriales. El Censo de 1854 registró a 2.326.126 habitantes para un territorio mayor a los dos millones de kilómetros cuadrados. Por todo ello, el Presidente se convirtió casi en un mito para los más pobres que lo conocían como el “Tata”.
Uno de los más pintorescos episodios de nuestro pasado, atribuido erróneamente a Mariano Melgarejo, ocurrió en realidad en la gestión de Belzu. Un incidente surgido por el encarcelamiento de un comerciante norteamericano, provocó la intervención del embajador de la Gran Bretaña que fue expulsado del país; el móvil básico era en realidad la intransigente política proteccionista del gobierno, lo que provocó la ira del imperio británico y la supuesta frase de la reina Victoria que tachando a Bolivia del mapa afirmó “a partir de hoy Bolivia no existe para el imperio británico”.
Su gestión estuvo signada por la turbulenta inestabilidad. El Presidente sufrió un atentado protagonizado por el coronel Agustín Morales en Sucre que casi le cuesta la vida. José María Linares conspiró constantemente contra el gobierno, igual lo hicieron Ballivián, Velasco y el general José María Achá. Hastiado de estas tensiones, convocó a elecciones y las ganó su yerno, el general Jorge Córdoba, en 1855. Ninguno de los rasgos esenciales del gobierno de su mentor cambió, ni en la orientación de proteccionismo económico, ni en una administración que arrojó un interesante superávit en el tesoro del país. La diferencia estaba en la personalidad más bien débil de Córdoba. Pero es evidente que las ideas cada vez más proclives al liberalismo económico comenzaron a penetrar con fuerza en Bolivia. La debilidad de Córdoba terminó por doblegar a su gobierno. Las permanentes intentonas de Linares culminaron exitosamente en el triunfo militar de sus tropas sobre las del gobierno en Cochabamba.
Linares. Civil, dictador y moralista
El 9 de septiembre de 1857, Linares llegó a la presidencia. De hecho fue realmente el primer Presidente civil del país, ya que Calvo tuvo un paso efímero por la primera magistratura.
Igual que Belzu, Linares impuso su fuerte impronta personal. Obsesionado por el ascetismo, la moralidad y la necesidad de orden como norma de conducta primordial, supeditó todo criterio a estas premisas y muy pronto se declaró dictador (septiembre de 1858), con la idea de que ese era un mecanismo político indispensable para aplicar su programa de limpieza ética. Por primera vez desde el nacimiento de la república consideró que el ejército era un lastre de gasto y foco permanente de sedición, por lo que redujo drásticamente sus efectivos (de 6.000 a 1.200) y su presupuesto. Comenzó por dar ejemplo de austeridad al reducir su salario y el de su personal de gobierno. Estableció una secante centralización administrativa a través de la creación de la caja central de pagamentos.
Mientras la quina declinaba, la minería se fortalecía con el uso de las máquinas de vapor, vagonetas y carriles. Comenzaban a consolidar su gran poder económico los grandes mineros de la época, Aniceto Arce, Gregorio Pacheco y José Avelino Aramayo, cuyo rol protagónico en política vendría después de la guerra del Pacífico. En 1857 se descubrieron los primeros depósitos de nitrato en el Litoral y comenzó el crecimiento demográfico y económico de la región, pero el control de este desarrollo económico estaba en manos de capitalistas ingleses y chilenos, no bolivianos.
Linares abrió el camino hacia el librecambismo que fue una tendencia casi inalterable de allí hasta el fin de la guerra del Chaco, si bien su gobierno alentó todavía restricciones en el comercio del mercurio y la acuñación de moneda.
Bolivia, que había nacido a la vida independiente con una mayoría abrumadora de población quechua-aymara en el área rural del altiplano y los valles interandinos, vivía en buena parte del tributo indígena que en 1860 representaba 36% de los ingresos del erario, más del doble que cualquier otro rubro. El tributo obligatorio no implicaba ninguna retribución del estado a las comunidades indígenas, postergadas y totalmente fuera del circuito económico del país como no fuera para pagar sus tributos. La situación de los indios sin embargo, no había llegado todavía a su punto más crítico.
La política intransigente de Linares terminó por generar la conspiración. El fusilamiento de un sacerdote acusado de corrupción y las sanciones implacables para las contravenciones a la ley, dieron lugar a un alto grado de descontento en los sectores acostumbrados a medrar del poder.
Entre la inestabilidad, la dictadura y el librecambismo
Ante la presión del belcismo que acosó sin tregua su gobierno, el dictador convocó a un congreso que le aceptara la dimisión y eligiera a su sucesor, el congreso nunca se reunió, un golpe de estado (enero de 1861) protagonizado por sus más estrechos colaboradores, dio lugar a la primera junta de gobierno de nuestra historia, integrada por quien fuera su ministro José María Achá, el también ministro de origen argentino Ruperto Fernández y Manuel Antonio Sánchez. La junta duró apenas tres meses, de ella fue elegido Presidente el general Achá quien tomó el mando en mayo de 1861.
La fuerte presión expansionista chilena en el Litoral, por la instalación de intereses chilenos y brasileños en la explotación del salitre, comenzó a generar conflictos de límites propiciados por Chile para copar la rica región salitrera y guanera de Mejillones. Una intención de declaratoria de guerra del congreso boliviano impulsada por el patricio Rafael Bustillo no prosperó.
En octubre de 1861 la acción represiva del Cnl. Plácido Yáñez que a título de sofocar una rebelión detuvo y encarceló a más de medio centenar de ciudadanos, entre ellos el expresidente Córdoba, terminó en una implacable masacre en la que fueron asesinados el propio Córdoba y más de sesenta militares y civiles. Días después, Yáñez fue ajusticiado por una poblada que lo linchó en la misma plaza principal de La Paz.
La política agraria tuvo un importante giro con el decreto de 1863 que apelaba a la legislación de 1825 y 1831, que reconocía la propiedad de la tierra por parte de los indígenas, aunque establecía que las tierras libres se podían subastar. Los diezmos fueron sustituidos (1861) por un impuesto territorial.
Después de las elecciones de 1862 que ganó en medio de acusaciones de fraude, Achá quiso convocar a elecciones libres en las que debían participar las principales facciones políticas, los “rojos” influidos por las ideas del linarismo y los populistas, fanáticos seguidores de Isidoro Belzu.
La ascendente figura del Gral. Mariano Melgarejo, hombre violento, primario y de impulsos temerarios, con fuerte ascendiente en el ejército, culminó en diciembre de 1864 con la toma del cuartel de los húsares que desató la rebelión total y la caída de Achá.
Melgarejo gobernó seis largos años. Más allá de sus características personales que implicaron la aplicación de la arbitrariedad dictatorial y la frecuencia de episodios bochornosos transformados en insólitas anécdotas que han hecho historia, Melgarejo fue respaldado por la elite minera en pleno ascenso, aplicó de manera franca una política económica librecambista con libertad plena para las exportaciones. Ejercitó una política agraria que marcó la destrucción sistemática de la propiedad de las comunidades originarias, que había respetado incluso la colonia española. En 1866 estableció que las tierras debían consolidarse mediante un pago de entre 25 y 100 pesos, si este pago no se cumplía, las tierras indígenas pasaban a propiedad del estado en un plazo de sesenta días. Esta determinación fue el comienzo del más grande despojo de tierras de comunidad en toda la historia republicana.
La espectacular expansión del crecimiento mundial y los cambios tecnológicos trajeron consigo un impacto directo de inversión externa en la costa boliviana, lo que determinó que por primera vez un gobierno boliviano recibiera ofertas concretas de inversión que implicaban concesiones de derechos y aún de territorio a cambio de ingresos sin antecedentes en las rentas del país, estancadas por décadas.
Esto condujo al nefasto tratado de 1866 en el que Bolivia aceptaba la explotación conjunta con Chile recibiendo 50% las riquezas obtenidas que eran bolivianas en su integridad. En 1867 firmó con Brasil un tratado por el que cedía el acceso directo al río Madeira y perdía una superficie de casi 300.000 km2.
A favor de este gobierno hay que reconocer la inserción de maquinaria de vapor, por ejemplo en el trabajo de la Casa de la Moneda de Potosí.
En 1865 se produjo el mayor levantamiento contra Melgarejo, liderado por Belzu quien logró copar La Paz y tomar triunfante el palacio de gobierno donde se hallaba Melgarejo. En un confuso episodio, Melgarejo o uno de sus hombres disparó contra el caudillo triunfante y lo asesinó, revirtiendo la situación en su favor, lo que le permitió mantenerse en el poder hasta 1871.
La extrema violencia de Melgarejo que había sido acompañado por su “super ministro” Mariano Donato Muñoz en la aplicación de su política económica, terminó por aislarlo totalmente. En noviembre de 1870 se produjo un levantamiento comandado por el Gral. Agustín Morales y el Dr. Casimiro Corral. Tras largas escaramuzas, en enero de 1871 Melgarejo fue derrocado y Morales accedió al mando. Morales, hombre de carácter inestable, condujo una política plenamente liberal en el tratamiento a la minería, al punto que anuló el monopolio del estado en la exportación de la plata, cuya importancia era cada vez más creciente en la economía nacional. Eliminó la moneda feble que el estado había mantenido desde los tiempos de Santa Cruz y como consecuencia de ello creó el Banco Nacional con el objetivo de reorganizar el sistema monetario nacional.
La política agraria de Morales por iniciativa de Casimiro Corral, revirtió las disposiciones de Melgarejo. En 1871 se restituyó la propiedad indígena, sin trámites ni pago alguno, tal como estaba antes de los decretos de Melgarejo. La medida duró poco por las determinaciones de los sucesivos gobiernos liberales.
Como otros muchos gobiernos de facto que le antecedieron, Morales hizo aprobar una nueva Constitución (1861) y convocó a elecciones que ganó. En 1872 su sobrino Federico Lafaye, a quien había vejado en el salón rojo de palacio de gobierno, le descerrajó dos tiros y le quitó la vida. Reunido de emergencia, el parlamento nombró Presidente Constitucional interino a Tomás Frías.
Frías, cuyo espíritu legalista era muy evidente, aceptó el mando con el único objeto de convocar a elecciones generales y gobernó solo cinco meses. Las elecciones de 1873 fueron las primeras en la que realmente puede hablarse de pluralidad. Aunque el sistema electoral era de voto restringido -no podían votar las mujeres ni los analfabetos y no podían ser electos quienes no tuvieran una determinada renta- hasta entonces las elecciones habían sido un simple formalismo para legitimar gobiernos de facto o respaldar a los candidatos oficiales. Compitieron el Cnel. Adolfo Ballivián y el Dr. Casimiro Corral. Sobre 16.674 votos emitidos, Ballivián obtuvo 38,6% y Corral 33,7%. Por primera vez, el parlamento tuvo que elegir Presidente al no haber obtenido ninguno mayoría absoluta. Los congresales ratificaron el triunfo por mayoría relativa de Ballivián.
En este breve período se ratificó un tratado secreto de defensa entre Bolivia y Perú que se había negociado en 1872 y que sería clave en el conflicto que se avecinaba. El mandato de Ballivián fue breve, un cáncer acabó con la vida del Presidente apenas ocho meses después de haberse posesionado. Representante de la elite criolla, el Presidente buscó obtener un crédito en Europa que le permitiera reestructurar la diversidad de deudas contraídas por anteriores gobiernos. Uno de los objetivos era también comprar dos blindados que pudieran inaugurar la armada boliviana sin presencia alguna en el Pacífico, ambas ideas fueron desechadas por el congreso que fue cerrado por el Presidente. La caída de la plata ante la creciente adopción del patrón oro, condujo a eliminar casi todo gravamen sobre este mineral, favoreciendo los intereses de los empresarios mineros.
A la muerte del Presidente volvió al mando Tomás Frías por el mecanismo de sucesión establecido en la Constitución, que hacía Presidente al presidente del consejo de estado. Frías enfrentaba una debilidad intrínseca al no contar con el respaldo militar y al no estar totalmente integrado con las élites de la minería, pero en lo relativo al problema agrario la posición de su gobierno ratificó el carácter de las leyes de Melgarejo. En 1874 sobre el argumento de la necesidad de modernizar y mecanizar la producción agrícola del país, en el más puro ideario liberal, Frías ratificó la propiedad indígena, pero estableció el concepto de propiedad individual, la necesidad de refrendar esa propiedad con un título, su capacidad de venta y transacción y la instalación de una revisita que establecería las características exactas de propiedad.
Durante todo este período se ofrecieron inversiones en el Litoral como el contrato Church o el López Gama para la construcción de un ferrocarril o la supuesta inversión de dos millones de libras esterlinas, que nunca se concretaron. Las concesiones de explotación minera en la mayoría de los casos no reportaron beneficio alguno al estado y fueron frecuentemente negociados.
Cuando se preparaban elecciones para 1876, el Gral. Hilarión Daza que había sido protegido de Frías desencadenó un golpe de estado y se hizo del poder. Frías dejó el mando sin oponer resistencia alguna.
La guerra del Pacífico
El gobierno de Daza coincide con uno de los momentos más dramáticos de toda la historia boliviana, el conflicto bélico del Pacífico desencadenado por los intereses expansionistas de Chile, la presencia mayoritaria de súbditos chilenos en nuestro territorio, la dificultad de vinculación de nuestra costa con el centro político económico ubicado en las alturas de los Andes, los voraces intereses del imperialismo inglés ligado a capitales y políticos de Chile y la sucesión de tratados que fueron aprovechados por Chile para sacar ventajas en la región. La decisión del gobierno de Daza -atribulado por una espantosa sequía y una epidemia de peste que azotaron el país y lo dejaron desabastecido- de imponer un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado, fue el detonante del conflicto. Chile apelando a un tratado de 1874 que eximía a las empresas exportadoras de todo gravamen, decidió la invasión de Antofagasta el 14 de febrero de 1879.
Los derechos bolivianos sobre el Pacífico vienen de la etapa prehispánica, probada por la presencia de Tiahuanacu en el Litoral y la expansión incaica posterior. El virreinato del Perú definió claramente sus límites al sur en el paralelo 25 a la altura del Paposo (Valle de Copiapó). Este límite fue heredado por Bolivia como consta en toda la cartografía internacional de la época. La superficie del Litoral era de aproximadamente 120.000 km2. Si bien era parte del departamento de Potosí, tenía un estatus equivalente al de un departamento al tener su propio prefecto. Su capital era Cobija, pero sus centros más importantes eran Antofagasta y Caracoles. En el momento de la guerra su población aproximada era de 15.000 habitantes. Los productos fundamentales de la región eran el guano, el salitre y la plata, verdaderos móviles del conflicto.
Militarmente Bolivia tenía una gran desventaja, ausencia absoluta de naves de guerra en el mar. La invasión de Antofagasta fue muy fácil, Bolivia carecía de fuerza militar allí y la mayoría de la población era de origen chileno. El 26 de febrero, anoticiado el gobierno del hecho se aprestó a organizar la defensa. El rápido avance de Chile al interior del territorio determinó la heroica acción de Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y un puñado de bolivianos en Calama. El 23 de marzo de 1879, un destacamento de medio millar de tropas chilenas atacó el pueblo defendido por algo más de un centenar de bolivianos. Abaroa defendió el pequeño puente del río Topater, ofrendando su vida en esa defensa.
El embajador boliviano Serapio Reyes Ortiz viajó a Lima para pedir la ejecución del tratado secreto de defensa mutua de 1873. Chile declaró la guerra al Perú que entró en el conflicto. Durante todo 1879 la campaña en el mar tuvo como gran protagonista al monitor peruano Huáscar y a su intrépido almirante Miguel Grau, que durante seis meses jaqueó a la armada y a los puertos chilenos con varias acciones exitosas, entre ellas el hundimiento del barco chileno Esmeralda. Finalmente en octubre, todos los barcos de guerra de Chile persiguieron y hundieron al heroico Huáscar, acción en la que murió Grau. Esa derrota fue decisiva para el control del mar por parte de Chile. En noviembre, los chilenos atacaron Pisagua, puerto peruano defendido por tropas peru-bolivianas. La toma de Pisagua abrió la brecha del ataque a territorio del Perú.
El Presidente peruano Mariano Ignacio Prado tomó el mando general de las acciones. Hilarión Daza se trasladó a Tacna con un contingente de 6.252 efectivos. Seis meses después de un tedioso estacionamiento en esa ciudad, Daza se movió para apoyar al Gral. peruano Buendía en la defensa de Iquique. Extrañamente a medio camino, en un lugar llamado Camarones, el contingente boliviano se detuvo y retornó a Arica. Esta defección aún inexplicable, minó seriamente el prestigio del Presidente boliviano y fue un duro golpe a la moral de los aliados. Buendía fue derrotado en la batalla de San Francisco en la que casi 11.000 aliados enfrentaron a 6.500 chilenos parapetados en las alturas de una colina que no pudo ser tomada, a pesar de los bravos esfuerzos de algunos contingentes aliados por tomar la plaza.
Pocos días después en Tarapacá los aliados se anotaron el único triunfo importante de la contienda, al derrotar sin atenuantes a 4.000 soldados chilenos, a quienes obligaron a retirarse, tras dejar centenares de muertos y heridos en el campo. En tanto, el Gral. Narciso Campero organizó en Bolivia la quinta división para apoyar las operaciones aliadas en el desierto de Atacama. Entre octubre de 1879 y enero de 1880 la división recorrió errática más de 1.000 Km, con un triunfo aislado en Tambillos y la inexplicable decisión de no atacar Calama.
Pero la retirada de Camarones y el desastre de San Francisco decidieron la suerte de Prado y Daza. El peruano marchó a Europa con el peregrino argumento de que iba a comprar algunos blindados para su armada. A los pocos días fue derrocado por Nicolás de Piérola. Daza fue depuesto en Arica por los coroneles Lizardo Montero del Perú y Eliodoro Camacho de Bolivia. El profundo descontento popular por los resultados bélicos llevó al país a la confusión, una junta de gobierno organizada en La Paz por Uladislao Silva pretendió hacerse del poder sin éxito. Tras varias escaramuzas, finalmente primó la razón y esa misma junta decidió nombrar como Presidente provisional al Gral. Campero, precedido de un gran prestigio por su formación académica militar en Francia. Campero llegó a Tacna como jefe supremo del ejército aliado y emprendió camino para enfrentar a los chilenos en el llamado Alto de la Alianza, el punto clave de defensa de la ciudad de Tacna. Fue la mayor confrontación militar del desierto, 19.000 efectivos chilenos enfrentaron a 12.000 aliados el 26 de mayo de 1880. La intervención valiente de los regimientos Colorados de Bolivia, Murillo y Zapadores no fue suficiente para frenar la ofensiva chilena en la que la caballería de Yavar tuvo un papel decisivo. Más de 5.000 hombres entre muertos y heridos quedaron regados en el campo. Los aliados fueron derrotados y Tacna tomada. El ejército boliviano se replegó a las montañas y Bolivia se retiró de la guerra. Chile tomó Arica e invadió Lima. La guerra terminó en 1883 después de casi un año y medio de intervención chilena al Perú. Bolivia perdió su acceso soberano al océano Pacífico y todo el territorio del Litoral que fue ocupado por Chile.
La República oligárquica. Los conservadores
La derrota en el Pacífico y la mutilación de nuestro brazo territorial con acceso al mar causó una herida que Bolivia no pudo cerrar hasta hoy, con un daño económico incalculable, pero además cortó nítidamente la historia de nuestro siglo XIX. El período de inestabilidad crónica y el militarismo recurrente fueron sustituidos por un nuevo proyecto de estado. La élite dominante decidió organizar la nación sobre el modelo demoliberal y tomar directamente las riendas del poder. Así nació lo que se ha denominado el estado oligárquico. Este cambio tenía que ver con la consolidación del poder minero de la plata, que implicó una opción de recuperación económica después de un largo período de depresión y estancamiento (1840-1880).
El 26 de mayo de 1880, significativamente el mismo día de la derrota final de Bolivia en el Alto de la Alianza, se reunió la convención que cambió el destino boliviano. Hombres como Arce, Pacheco, Mariano Baptista, Severo Fernández Alonso, Nataniel Aguirre, Belisario Salinas o Modesto Omiste, aprobaron una nueva Constitución, la décimo primera del país, que en realidad era la ratificación, salvo un artículo, de la aprobada en el gobierno de Daza en 1878. Este texto marcaba la reafirmación liberal de la vocación de las elites. Conceptualmente individualista, mantuvo el criterio de los derechos y garantías de la persona y subrayó el derecho sagrado de la propiedad privada. Recuperó la figura vicepresidencial, incluyendo dos vicepresidencias y el sistema bicameral. Pero la trascendencia de la Constitución del 80 la determinaron los hechos. Ha sido la Constitución con mayor vigencia en nuestra historia (1880-1938), salvo las modificaciones puntuales de 1921 y de 1931. Esa misma convención eligió Presidente constitucional a Narciso Campero que hasta entonces ocupaba el cargo provisionalmente.
La fuerte vinculación de los mineros de la plata con capitales chilenos, determinó dos líneas de razonamiento, la necesidad de cerrar la página de la guerra en la línea del pacifismo y tomar una postura de acercamiento a Chile para intentar sacar ventajas pragmáticas de esa situación. La otra línea defendida por un sector del país representado en el parlamento, sostuvo la postura guerrista que se fue diluyendo en gran medida por la evidente inferioridad de condición económica y militar de Bolivia con relación a Chile.
Este momento coincide también con el nacimiento de los partidos políticos como estructuras organizadas. El gran ideólogo del período es Eliodoro Camacho que estableció de manera orgánica los principios del ideario liberal, que serían la base ideológica de los partidos hasta la guerra del Chaco. Libertad política, económica e individual era el trípode de esas ideas. La confrontación entre liberales y conservadores era de facciones personales, de grupos de poder, de intereses económicos y de región. Los conservadores eran conocidos entonces como demócratas (Pacheco) y constitucionales (Arce) y representaban intereses individuales, que resolvieron en la elección de 1884 el poder de la plata y la fuerza del sur. Los liberales de Camacho tenían mucha mayor unidad ideológica, terminarían representando el poder del estaño y los intereses del norte (La Paz-Oruro).
La tarea de Campero fue el restañamiento de las heridas económicas dejadas por la guerra, la sequía y la peste, recuperación que tuvo que ver con la modernización del sector minero y el auge de los precios internacionales de la plata. Las elecciones de 1884 llevaron al poder a Pacheco. Fue una contienda reñida con otro minero, Aniceto Arce. El poder económico de los mineros pudo más que el liberalismo, pero fue una elección relativamente libre dentro del marco del voto restringido (40.000 votantes en un país de 1.600.000 habitantes). El congreso ratificó a Pacheco, que había ganado por mayoría relativa. Por primera vez en la historia un gran empresario ocupaba el sillón presidencial.
La disminución de la importancia del tributo indígena para el erario, facilitó la política de expoliación de las tierras de comunidad iniciada por Melgarejo, se abrió la economía extractiva al mercado mundial, tanto para la exportación de productos como para la importación de capital y tecnología. Esta realidad implicó también un proceso de modernización relativa en el ámbito urbano a partir de la llegada del ferrocarril, la energía eléctrica y el telégrafo. La minería dio el salto básico de su modernización técnica y de producción que no se detendría hasta mediados del siglo XX. Pero ni el gobierno de Campero ni el de Pacheco pudieron equilibrar el déficit fiscal, sino hasta el postrer año de administración de este último.
En las relaciones internacionales, Bolivia firmó un pacto de tregua con Chile que era el preanuncio del acuerdo de 1904. El enclaustramiento obligó a buscar otras rutas de salida para Bolivia, la exploración del Chaco y la expedición que unió Tarija con Asunción tuvieron que ver con esa idea. Un debate que dividió a conservadores y liberales fue la cuestión religiosa, ya que los liberales apoyaban la libertad de cultos y el derecho a la libre conciencia.
Las elecciones de 1888 mostraron la obvia preferencia y manipulación del oficialismo por el candidato Arce que había hecho un “pacto de caballeros” con Pacheco para garantizar su presidencia. Arce fue sin duda la gran figura de los conservadores, su energía creadora y su decisión de llevar adelante sus ideas contra cualquier obstáculo, permitió que pudiese consolidar la inserción boliviana en el mercado internacional con la creación de bancos como los dos hipotecarios y la promulgación de la primera ley de bancos. Pero la obra magna de Arce fue la construcción del ferrocarril entre Ascotán (límite con el departamento de Litoral en poder de Chile), que conectaba con el construido hacia Antofagasta por la compañía salitrera de Antofagasta y tenía su destino final boliviano en Oruro. El ferrocarril permitía mayor eficiencia de exportación de los minerales bolivianos, en buena parte de propiedad del propio Arce, pero la línea férrea no se detuvo en Huanchaca sino en Oruro. El 15 de mayo de 1892 el Presidente remachó el último clavo de la riel en la estación de Oruro, a pesar de la fuerte oposición de quienes decían que esa línea era el mejor camino para la invasión chilena. Fue uno de los pasos decisivos hacia la modernización y vinculación externa de Bolivia. Obsesionado por la vinculación interna trabajó en la carretera Sucre-Potosí y Sucre-Cochabamba, la obra mayor en estas vías fue el hermoso puente Arce. En 1889 se instaló la primera línea telefónica.
En 1892 fue electo en las condiciones más irregulares, con persecución de parlamentarios opositores y una aprobación ilegitima en el congreso, Mariano Baptista.
En 1894 al retorno de Daza para justificarse ante el país, se produjo su asesinato en Uyuni, hecho que nunca pudo esclarecerse. En 1895 se firmó un nuevo tratado con Chile que reconocía soberanía de ese país sobre el Litoral usurpado y en el que Chile se comprometía a ceder un puerto soberano a Bolivia. El gobierno se preocupó por la educación técnica en coordinación con la iglesia a través de las escuelas de artes y oficios.
En 1896 los conservadores se reprodujeron en el poder bloqueando toda posibilidad liberal, con la elección de Severo Fernández Alonso, esta vez frente al Cnl. José Manuel Pando que sustituyó como candidato a Eliodoro Camacho. A Alonso le tocó enfrentar el dislocamiento entre norte y sur. Un año antes de la hecatombe, en 1897 se exhibió la primera película cinematográfica en La Paz.
La guerra federal
En 1898, la aprobación de la ley de radicatoria que forzaba al Presidente a permanecer en Sucre y pedir autorización para salir de la capital, fue el detonante de una confrontación que esperaban La Paz y los liberales. Una junta organizada en La Paz declaró el federalismo. Alonso partió a Oruro para sofocar la rebelión. Los federales fueron comandados por Pando, quien de modo audaz se alió con los indígenas aymaras liderados por Pablo Zárate Willka. La guerra dejó un saldo de por lo menos 1.300 víctimas entre muertos y heridos. Las tropas chuquisaqueñas cometieron abusos muy graves, como la masacre de 90 indígenas en Santa Rosa. En Corocoro fueron hostigados y expulsados cuando intentaban pertrecharse. En enero de 1899 Pando derrotó a Alonso en la batalla del primer crucero y lo obligó a desistir de su idea de atacar La Paz. Los saldos del ejército de Alonso fueron masacrados sin piedad por los comunariosaymaras en AyoAyo, el episodio que recuerdan con mayor sentimiento en Chuquisaca. Pero el hecho más terrible fue el de Mohoza, pueblo en el que 130 efectivos del ejército liberal de Pando que a pesar de ser aliados, fueron masacrados por los indios al mando de Lorenzo Ramírez. En abril, en las proximidades de Oruro, en la batalla denominada del segundo crucero Pando derrotó definitivamente a Alonso, hecho que lo obligó a renunciar a la presidencia. 4.000 combatientes se enfrentaron allí. La actuación de Zárate y sus hombres fue decisiva para la victoria. La evidencia de que los indios tenían su propio proyecto de una gran insurrección reivindicando sus derechos sobre la tierra, hizo que Pando se deshiciera de Zárate a quien apresó junto a otros líderes indígenas. Zárate fue muerto en extrañas circunstancias en 1903. La junta integrada por Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla, gobernó entre abril y octubre de 1899.
La bandera federal se arrió casi tan pronto como se había izado. Los liberales tomaron el poder y La Paz se convirtió de hecho en sede de gobierno. En octubre de 1899 Pando fue elegido Presidente por la convención nacional en Oruro.
La república oligárquica. Los liberales
Pando abrió el ciclo de veintiún años de gobiernos liberales, con una mentalidad modernizadora que marcó una nueva preeminencia de la economía y de la geopolítica interna de Bolivia, estableciendo el liderazgo de La Paz que tendría vigencia a lo largo de todo el siglo XX.
En 1900 se produjo un hecho crucial para la economía boliviana, Simón I. Patiño descubrió en la mina La Salvadora (Llallagüa), la veta de estaño más rica del mundo, comenzaba así la era del estaño en el país. Simultáneamente, los precios internacionales de la plata se derrumbaron y la minería boliviana de la plata colapsó, coincidiendo con el auge del estaño y los usos múltiples de este producto en el mundo. En poco más de dos décadas los llamados barones del estaño Simón Patiño, Carlos Víctor Aramayo y Mauricio Hoschild, se convirtieron en un poder económico y político decisivo en el país.
La guerra del Acre
El descubrimiento del árbol de la goma y su explotación (Antonio Vaca Díez desde 1876), determinó un auge económico muy importante entre 1890 y 1920, al punto que en las primeras décadas del siglo fue el segundo ingreso mayor después de los minerales. El éxito de la goma generó muy pronto problemas de límites en el norte en la frontera con Brasil. Los filibusteros, con el beneplácito del gobierno del Presidente brasileño Francisco Rodríguez Alves, pretendieron independizarse de Bolivia. Con un alto sentido de responsabilidad Pando decidió combatirlos y con un destacamento se dirigió al ignoto norte, en un viaje que en sí mismo era una verdadera odisea. En la zona de Cachuela Esperanza y Riberalta en el Beni, se alzaba el imperio de Nicolás Suárez, el Patiño de la goma, quien pertrechó la columna Porvenir y colaboró al gobierno. La crisis bélica (1902-1903) con antecedentes en las expediciones de Muñoz, Lucio Pérez Velasco e Ismael Montes que tuvieron éxitos como el de Riosinho, Capueiro y Bagué, culminó cuando Brasil decidió intervenir en el conflicto, forzando al débil ejército de Pando a la negociación, pero las acciones del Presidente boliviano deben destacarse por sus éxitos militares y las dificultades que se vio obligado a superar en una expedición de meses desde los Andes hasta la amazonía. En 1903 en Petrópolis (Brasil), ambos países firmaron un tratado por el que se cedía el territorio del Acre a cambio de una compensación económica de dos millones de libras esterlinas y un ferrocarril.
Ismael Montes y la continuación del ciclo liberal
En 1904 fue elegido Ismael Montes quien nada más comenzar su gobierno tuvo que afrontar una de las más grandes responsabilidades históricas que hubiese tenido un mandatario boliviano, el tratado de 1904. El congreso debatió duramente el tema y a pesar de una fuerte oposición (Miguel Ramírez, Pastor Saínz, Fernando Campero, Román Paz, entre otros), la mayoría liberal se impuso. Se acordó la cesión a perpetuidad a Chile del Litoral a cambio del libre tránsito de mercaderías, la construcción del ferrocarril Arica- La Paz y 300.000 libras esterlinas. El mar a cambio de un plato de lentejas, fue la decisión pragmática de los liberales.
El dinero recibido de Brasil y Chile permitió al liberalismo un importante trabajo de modernización de las principales ciudades, particularmente La Paz. Se comenzaron vías férreas como La Paz-Beni, Viacha-Oruro, Oruro-Cochabamba, Oruro-Potosí y Potosí-Tupiza, un proceso vital de vertebración del territorio occidental.
El país se adecuó al patrón oro y se crearon nuevos bancos. Comenzó una etapa de bonanza económica apoyada por el auge gomero y estañifero. En el ámbito de la educación se contrató la misión belga presidida por Georges Rouma, que modificó curriculums y modernizó la educación nacional, instalando la primera normal para la formación de maestros. En lo religioso se aceptó la libertad de cultos.
En las elecciones de 1908 ganó Fernando Guachalla, quien no pudo posesionarse al morir días antes de la transmisión del mando. Montes decidió prorrogar un año más su mandato de manera totalmente ilegal. Le sucedió Eliodoro Villazón quien ganó los comicios de 1909. El gobierno de Villazón fue uno de los más tranquilos y prósperos que haya tenido el país. Gozó de una economía en bonanza y en crecimiento, tuvo sucesivos superávits en los presupuestos nacionales, las exportaciones crecieron en más del 50% y se instalaron tranvías en La Paz y Cochabamba. El gobierno contrató una misión alemana presidida por el Gral. Hans Kundt para modernizar el ejército, en una línea permanente de renovación militar que sostuvieron los gobiernos liberales. A diferencia de sus antecesores, respetó escrupulosamente la Constitución y los derechos ciudadanos, sin la presión de movimientos subversivos que había sido y sería una constante histórica.
En esa época surgieron las obras de Franz Tamayo y Alcides Arguedas que contrapusieron visiones de la sociedad, Tamayo en un vitalismo exaltador de los valores indígenas, Arguedas en una demoledora crítica al conjunto de la sociedad que perfilaría años después (1919) en Pueblo Enfermo. Dos importantes periódicos nacieron en el período liberal.
En 1913 Montes volvió al poder en medio de una altísima popularidad, pero le tocó afrontar la crisis producida por la primera guerra mundial, tuvo que reformar el sistema financiero estableciendo que el único banco con capacidad para emitir moneda era el Banco de la Nación. La medida generó fuertes protestas, sumada a la contracción económica como producto de la caída de las exportaciones. Incluso se tuvo que suspender temporalmente el pago de la deuda externa. (1913-1916), pero en 1916 la situación se revirtió y el Presidente se ufanó de que por primera vez se superaron los 100 millones de pesos en exportaciones.
La situación en el agro se mantuvo inalterable, la expoliación de las tierras de comunidad no trajo consigo una modernización ni ampliación productiva, pero sí crecieron los terratenientes, entre ellos los presidentes Pando y Montes. El descontento indígena se expresó de nuevo con el levantamiento de Pacajes de 1914.
En 1917, igual que ocurrió con el último gobierno conservador, llegó a la presidencia por la vía electoral José Gutiérrez Guerra, un hombre tranquilo, más bien débil y con escaso ascendiente. Las pugnas entre liberales nacidas ya en 1904 con Pérez Velasco, culminaron con la escisión definitiva y el nacimiento del Partido Republicano en 1915, con figuras claves como el propio expresidente Pando y los futuros presidentes Bautista Saavedra y Daniel Salamanca. El asesinato del Gral. Pando en 1917 abrió una brecha insalvable, el crimen nunca esclarecido se achacó al gobierno y fue el San Benito que ligó Gutiérrez desde el comienzo de su mandato.
Gutiérrez impulsó la llamada educación indigenal que era el primer esfuerzo por ocuparse de un tema central que solo resolvería la revolución nacional. En 1920 voló el primer avión en el país. Continuaron las obras de integración vial y se firmó el primer contrato de concesión de áreas para la explotación petrolera con la norteamericana Richmond Levering en el departamento de Santa Cruz.
En esos años comenzaron a surgir las primeras organizaciones gremiales en el ámbito de los ferroviarios y gráficos, llegaron incipientes las ideas anarquistas y socialistas y se organizaron las primeras federaciones obreras locales. El fracaso de la gestión de Montes ante la Sociedad de Naciones para reivindicar el mar y el fallido juicio de responsabilidades al expresidente, descompuso definitivamente el clima político.
Los republicanos. Otros hombres para un mismo sistema
En 1920 el proceso conspirativo infatigable de los republicanos se tradujo en un golpe de estado ejecutado con mucha facilidad, que llevó al poder a una junta compuesta por Bautista Saavedra, Manuel Ramírez y José María Escalier. Casi veintiún años de gobierno ininterrumpido de los liberales terminó por agotar y debilitar a uno de los dos partidos políticos más importantes de la historia republicana de Bolivia.
La llegada de los republicanos al gobierno encontró a la nación bajo la égida del poder del estaño. Patiño era ya a mediados de los años 20 uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo. El volumen de producción de sus minas de estaño era clave en el mercado mundial que él mismo controlaba, sus intereses trascendieron nuestras fronteras y tocaron varios países, su sede empresarial en Estados Unidos y Francia, era propietario de minas en Malasia y fundiciones de estaño en Estados Unidos y Gran Bretaña y del más importante complejo minero en el país. Con un record máximo de 48.000 toneladas producidas en un año, Bolivia se convirtió en el segundo productor mundial de estaño, para entonces 22.000 obreros trabajaban en las minas bolivianas.
Con una población de 2,1 millones de habitantes y su principal ciudad La Paz con 135.000 almas en permanente y pujante crecimiento, la sociedad comenzó a conocer los atisbos de una clase media urbana.
La junta convocó a una asamblea que eligió Presidente de entre tres candidatos Saavedra, Salamanca y Escalier. Como resultado de esa elección fuertemente manipulada por Saavedra, surgió éste como Presidente y el Partido Republicano Genuino de Salamanca como opositor. El gobierno de Saavedra estuvo signado por la inestabilidad y la violencia, le tocó un período turbulento y no tuvo contemplaciones para someter a los revoltosos. Las viejas reivindicaciones federalistas de Santa Cruz inauguradas por Andrés Ibáñez en el siglo pasado resurgieron en un movimiento liderado por Cástulo Chávez que fue controlado. Se vivieron también las masacres de Jesús de Machaca en 1921 en contra de comunarios campesinos y la de Uncía de 1923 que fue la primera represión sangrienta en la minería privada. Las condiciones económicas continuaron críticas e igual que Montes, Saavedra apeló al crédito externo con el famoso y polémico empréstito Nicolaus por 33 millones de dólares que permitió pagar deuda anterior, reducir el déficit fiscal y culminar obras de infraestructura como la conclusión del ferrocarril a la Argentina por la vía de Villazón. Saavedra transfirió ilegalmente la concesión petrolera que en 1920 se le había dado a Levering, a la Standard Oil, empresa que entre 1922 y 1937 apenas invirtió 17 millones de dólares. El primer pozo se perforó en 1922 y el primero productivo, el de Bermejo, en 1924.
El crecimiento del movimiento obrero se tradujo en la creación de la Federación Obrera del Trabajo y en la primera gran huelga ferroviaria de 1921. Pero el Presidente, cuya formación sociológica le permitió vislumbrar los desafíos de su tiempo, impulsó y aprobó leyes como la de accidentes de trabajo, la reglamentación de huelgas y de conflictos entre el capital y el trabajo, la jornada de ocho horas, la regulación del trabajo de mujeres y niños y el ahorro obligatorio pionero de la idea de pensiones y jubilación. Esas medidas le generaron un importante respaldo popular y una percepción distinta de la gente hacia el poder gubernamental. Aunque en general Saavedra vivió la paradoja entre la represión y las medidas sociales de avanzada. El fin de su gobierno coincidió con el centenario de la republica que pasó casi desapercibido por el turbio clima político de la época. Las elecciones de ese año le dieron el triunfo a Gabino Villanueva del oficialismo. El Presidente celoso por la línea de independencia de pensamiento de Villanueva apeló a una argucia legal y anuló la elección. Se hizo cargo del mando interinamente el presidente del senado Felipe Segundo Guzmán que convocó a elecciones. En enero de 1926 triunfó el candidato republicano Hernando Siles.
Siles se desembarazó rápidamente de la figura de Saavedra desterrando a su vicepresidente Abdón Saavedra, que era hermano del exmandatario. Rodeado por un grupo de jóvenes intelectuales en los que germinaban las ideas nacionalistas, creó el Partido Nacionalista con el que intentó prorrogarse en el poder. Como su antecesor, el gobierno contrató un crédito por 13 millones de dólares.
Los republicanos marcaron el nivel más alto de endeudamiento en el país en la primera mitad del siglo XX, con ese dinero superó el déficit fiscal, continuó la construcción de infraestructura ferroviaria y caminera y modernizó el parque bélico del ejército. La misión del norteamericano WálterKemerer creó el Banco Central, estableció una ley de presupuesto y creó la Contraloría para el control y fiscalización de la administración estatal. Los proyectos de penetración al oriente tuvieron que ver con la construcción del camino a Santa Cruz, y el plan Grether para la colonización agrícola. En 1929 salió al aire la primera emisión radial en La Paz a cargo de los hermanos Costas y radio Nacional.
También en 1929 Chile y Perú firmaron un tratado por el cual Chile no podía ceder a un tercer país (Bolivia) territorios que habían sido originalmente peruanos, con lo que se puso un cerrojo más a la demanda marítima. En el Chaco Boreal se produjo el incidente de fortín Vanguardia que fue atacado por tropas paraguayas. En represalia Bolivia tomó los fortines Boquerón y Mariscal López. En esa situación Siles prefirió la negociación y la paz que se logró en esa oportunidad.
El intento errado de prolongarse en el gobierno llevó a Siles al desastre. En mayo de 1930 renunció y dejó el mando en manos de su gabinete para habilitarse en las elecciones. En junio el gobierno fue derrocado por un movimiento militar apoyado por civiles, el expresidente fue exilado y su casa saqueada.
Se instaló en el poder una junta militar presidida por Carlos Blanco Galindo quien convocó a un referéndum para modificar la Constitución en el régimen económico, la elección presidencial y los derechos y garantías ciudadanos. El aporte crucial de este gobierno, bajo la influencia de Daniel Sánchez Bustamante, fue la imposición de la autonomía universitaria y una reforma educativa, particularmente en el ámbito de la administración. Las elecciones fueron ganadas por los genuinos de Daniel Salamanca.
La guerra del Chaco
La llegada de Salamanca al gobierno marca un terrible camino en el destino de Bolivia. El Presidente creía que el país debía redimirse en el Chaco. El conflicto limítrofe con Paraguay tenía que ver con una región despoblada cuyos límites establecidos después de la independencia, comenzaron a precisarse mediante tratados a partir de 1879. Se trata de un triángulo con el río Parapetí al norte, el río Pilcomayo al oeste y el río Paraguay al este, ambos cursos de agua hacen vértice en la capital paraguaya, Asunción. Tras cuatro intentos fallidos -Bolivia reivindicaba el territorio hasta el propio límite de Asunción y Paraguay hasta el río Parapetí- el tema quedó en litigio hasta estallar primero en 1928 y luego en 1932 con el combate por la laguna Chuquisaca (Pitiantuta), que dio origen a la guerra en junio de 1932.
La guerra tuvo cuatro fases, la primera entre junio y diciembre de 1932, ambos países se preparaban para el combate en gran escala, fue la primera ofensiva boliviana y toma de los fortines paraguayos Toledo, Corrales y Boquerón. En Boquerón el Tte. Cnel. Manuel Marzana y 650 soldados bolivianos, escribieron una de las páginas más heroicas de nuestra historia militar, defendieron por más de un mes el fortín asediado por 11.500 soldados paraguayos, que finalmente tomaron el fortín defendido hasta el último aliento. La respuesta paraguaya fue la retoma de los tres fortines y las victorias en Arce y Alihuatá, apenas paliadas por la exitosa defensa de Kilómetro Siete bajo el mando de Bernardino Bilbao Rioja. Estos hechos forzaron a Salamanca, bajo presión popular, a llamar a Hans Kundt, general alemán que había estado varias veces en Bolivia, a quien le entregó el mando del ejército.
SIGLO XX (1900-2000)
La segunda fase de la guerra, diciembre 1932-diciembre 1933, fue de total ofensiva boliviana con la toma de Platanillos, Loa, retoma de Toledo, Arce, Alihuatá y el avance sobre Campo Jordán y Gondra. Su objetivo específico era la toma de Nanawa, el fortín defensivo paraguayo más al sur al que llegaron los bolivianos. En julio de 1933, 9.000 soldados bolivianos atacaron a 9.000 paraguayos en Nanawa sin éxito, con más de 2.000 bajas bolivianas. Entre agosto y diciembre de 1933 el comandante paraguayo Gral. José Félix Estigarribia contraatacó y retomó Campo Grande, Alihuatá y Campo Vía, este último el peor desastre militar boliviano en la guerra, con la caída de dos divisiones, 7.500 hombres con todo su armamento. Solo se salvó un destacamento de 3.000 hombres al mando del Gral. Enrique Peñaranda. Salamanca destituyó a Kundt y bajo presión de los oficiales en el frente nombró comandante en jefe a Peñaranda.
La tercera fase, diciembre de 1933 a enero de 1935, fue de incesante ofensiva paraguaya, que logró de manera fulminante hacer retroceder al ejército boliviano y llegó al río Parapetí tras haber tomado Picuiba, Carandaití y el centro de operaciones Ballivián, previamente destruido por los bolivianos. El mayor éxito nacional en ese período fue Cañada Strongest con un saldo de 1.400 prisioneros paraguayos. En noviembre de 1934, el Presidente Salamanca que había tenido pésimas relaciones con el alto mando durante toda la guerra, fue derrocado cuando visitaba el frente en Villamontes, rodeado por todo el mando en campaña que lo obligó a dimitir. Su vicepresidente José Luis Tejada Sorzano se hizo de la presidencia.
La última fase del conflicto, enero a julio de 1935, fue la defensa de Villamontes organizada exitosamente por el Cnel. Bilbao Rioja, que frenó en seco a Estigarribia y salvó el petróleo boliviano. En julio del 35 se hizo un acuerdo de alto el fuego y recién en 1938 se firmó la paz. La idea de que el petróleo fue un móvil importante es relativa ya que nunca se encontró petróleo en el Chaco. Paraguay contó en todo el conflicto con la ayuda argentina cuyos intereses en territorio paraguayo eran muy importantes.
El péndulo entre viejo orden y Revolución
La guerra dejó una terrible sensación de fracaso en el país, pero sobre todo despertó una nueva conciencia en una sociedad que se confrontó por primera vez en el campo de batalla con la realidad de sus diferencias étnicas y sociales, la clase media estuvo cara a cara con la mayoría quechua aymara que no sabía por qué y por quién peleaba. Simultáneamente, las corrientes de pensamiento europeas, marxismo y fascismo penetraban en la sensibilidad de una joven elite intelectual.
En este contexto, en mayo de 1936 se produjo el golpe de estado protagonizado por el Cnl. David Toro que había integrado el mando en la guerra, que marcó dos cosas, la intención de los militares de evitar cualquier fiscalización de los civiles a su fracaso en la guerra y el giro hacia ideas nacionalistas que serían decisivas en la historia del siglo XX. La corriente abierta por Toro se definió como “socialismo militar”, era en realidad una línea nacionalista no exenta de las ideas fascistas en boga entonces. La medida fundamental de su gobierno fue la nacionalización del petróleo, expulsando a la Standard Oil, fue la primera nacionalización que se hizo en toda América Latina. Paralelamente creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), la empresa estatal del petróleo. Amplió sustancialmente el número de ministerios, creó el ministerio de Trabajo y colocó en el cargo a un obrero fabril, Waldo Álvarez, que aprobó el código de trabajo e hizo la sindicalización obligatoria, creó también el ministerio de Minas y Petróleos. Fue un salto importante en la lógica de una sociedad excluyente y elitaria en el manejo del poder. Creó también, al estilo de la Alemania nazi, el rubro de propaganda dependiente de RR.EE. Era en un sentido mucho más abierto que el de Siles, la irrupción de una nueva generación que se hacía cargo de los asuntos del estado. Los socialistas de Enrique Baldivieso acompañaron a Toro en este esfuerzo. La caída de su gobierno como un frágil castillo de naipes en julio de 1937, hace pensar que estuvo siempre hipotecado a la fuerte personalidad y la popularidad arrolladora de su protegido el Tte. Cnl. Germán Busch, héroe de guerra, temerario y de carácter volatil. Llegó a la presidencia a los 33 años.
Busch demostró muy pronto que no era fácilmente manejable y mantuvo la línea de Toro. No tuvo contemplaciones con los opositores, desterró a Saavedra y sofocó un levantamiento de Toro fusilando a uno de los sublevados, llamó a palacio y golpeó sin contemplaciones al viejo escritor Alcides Arguedas que lo criticaba. A su lado se alinearon intelectuales de la talla de Baldivieso, Augusto Céspedes y Carlos Montenegro. En su gobierno se firmó la paz con el Paraguay, en lo económico tuvo que combatir un proceso de inflación moderada. El 24 de septiembre de 1938 creó el departamento de Pando consolidando la unidad política del país hasta hoy.
En 1938 convocó a una asamblea constituyente para modificar en esencia la Constitución de 1880 que solo había sufrido cambios parciales en 1921 y 1931. La asamblea reunió a una generación distinta y fue tan importante como la del 80. Allí estuvieron Renato Riverín, Valdivieso, Céspedes, Carlos Medinacelli, Fernando Siñani y los futuros presidentes Walter Guevara y Víctor Paz Estenssoro. El nuevo texto cambió la orientación liberal de la carta magna y subrayó la responsabilidad social del estado, limitó la propiedad privada insertando el concepto de la propiedad como derecho social, planteó la obligatoriedad de salud y educación por parte estatal. Era el comienzo de la era del intervencionismo estatal.
En abril de 1939 se declaró dictador, el 7 de junio de ese año dictó el decreto de obligación de entregar 100% de las divisas producto de las exportaciones al estado, afectando a la gran minería. En agosto de 1939 se suicidó en su casa. La sucesión fue resuelta por la fuerza del poder militar que instaló a Carlos Quintanilla en el gobierno.
Rápidamente se dejó en suspenso el decreto de 100% de las divisas y se autorizó la libre exportación. El Gral. Bilbao, héroe de guerra y probable candidato presidencial, fue vejado y exiliado del país. Las fuerzas conservadoras se organizaron para las elecciones de 1940 y reunidas en la llamada concordancia, proclamaron candidato a Enrique Peñaranda que ganó las elecciones frente a José Antonio Arze, marxista. El período 1935-1941 fue rico en el ámbito político y marcó el nacimiento de los partidos que sustituirían a liberales y republicanos. En 1935 nació el Partido Obrero Revolucionario de tendencia radical trotskista, en 1937 Falange Socialista Boliviana inspirada en el fascismo y la falange española. En 1940 el Partido de Izquierda Revolucionaria de inspiración marxista soviética y en 1941-42 el Movimiento Nacionalista Revolucionario, nacionalista con alguna influencia fascista, que se convertiría en el partido más importante del siglo XX.
Peñaranda llegó al gobierno coincidiendo con la segunda guerra mundial, su gobierno se alió rápidamente a Estados Unidos e indemnizó a la nacionalizada Standard Oil. a título de contribución con los aliados, Bolivia tuvo que aceptar precios ridículos por el estaño en un momento en que era el único productor mundial importante de occidente, dado que Malasia estaba bajo control de los japoneses. Se adoptó el plan de desarrollo propuesto por el norteamericano Marvin Bohan y se creó la Corporación Boliviana de Fomento.
Dos episodios mancharon gravemente esta gestión, el putsch nazi, una trama hecha por un agente inglés para descalificar al MNR acusando al Myr. Elías Belmonte de conspirar junto a la embajada alemana contra el gobierno. En 1942 una huelga en Catavi-Siglo XX, mina de Patiño, desató una de las mayores masacres de la historia de la minería con intervención del ejército. El saldo fue la muerte de por lo menos una veintena de trabajadores y medio centenar de heridos. Nunca se conocieron cifras oficiales. En diciembre de 1943, una alianza entre una logia militar radical denominada Razón de Patria e integrada por jóvenes oficiales y el MNR, derrocó a Peñaranda e impuso en la presidencia al Myr. Gualberto Villarroel.
Villarroel retomó la línea de Toro y Busch y enfrentó muy rápidamente la hostilidad de Estados Unidos que lo acusaba de simpatías por el nazismo. Tras seis meses de ardua negociación, el reconocimiento vino tras obligar a la salida de Montenegro y Céspedes del gabinete, figuras prominentes del movimientismo en el gobierno. El ministro más importante de ese partido fue Víctor Paz Estenssoro en Economía (el MNR estuvo fuera del gobierno entre abril y diciembre del 44). En 1944 se creó la Federación de Mineros, liderada por Juan Lechín y en 1945 el gobierno organizó el primer congreso indigenal, en el que se abolió el pongueaje (régimen de explotación de los campesinos que vivían en haciendas y eran usados gratuitamente por los hacendados). Las tensiones políticas condujeron a algunas acciones conspirativas que produjeron una brutal reacción del gobierno, que en 1944 asesinó fríamente en el camino a Yungas a cuatro prominentes figuras, Luis Calvo, Félix Capriles, Rubén Terrazas y Carlos Salinas, lo que se sumó al ajusticiamiento de 10 insurrectos en Oruro. Estos hechos terminaron por debilitar y acorralar al gobierno. Las fuerzas de derecha en peculiar alianza con el PIR, organizaron acciones permanentes de protesta, hasta que el 21 de julio de 1946 una turba invadió palacio, asesinó al Presidente y sus dos edecanes, lanzó el cadáver por un balcón a la plaza y lo colgó de un poste de luz. Fue el episodio más terrible en la historia de los presidentes de Bolivia.
El período 1946-1952 fue el último intento por el restablecimiento del viejo orden, primero bajo una junta civil presidida por Néstor Guillén y luego por Tomás Monje, ambos representantes de la Corte de Justicia. La junta convocó a elecciones que ganó muy estrechamente Enrique Hertzog sobre Luis Fernando Guachalla. Hertzog no pudo conjuncionar la alianza conservadora, lo que provocó siete cambios de gabinete en un período de algo más de dos años. El MNR estaba en plena organización en sectores populares y en centros mineros. El gobierno apenas pudo impulsar obras como la carretera Cochabamba-Santa Cruz. Finalmente, presionado por las fuerzas políticas tuvo que renunciar al cargo a favor de su vicepresidente Mamerto Urriolagoitia aduciendo razones de salud.
Urriolagoitia actuó con dureza, congeló salarios y prohibió el cierre de fábricas. En política internacional negoció sin éxito una solución a la mediterraneidad que se quebró por el pedido de Chile de usar aguas del Titicaca para riegos en su parte norte. Presidió el Censo de 1950 que obtuvo un resultado de casi tres millones de habitantes, predominio rural, alto grado de analfabetismo y una población aymara y quechua superior a 65%. Todavía el oriente no mostraba signos de crecimiento significativo, La Paz tenía ya 320.000 habitantes.
En 1949 el MNR se sublevó en todo el país y llegó a organizar gobierno en Santa Cruz. La llamada guerra civil demandó una acción violenta del ejecutivo que llegó a bombardear por aire Santa Cruz y Cochabamba. Casi veinte días tardó en restablecer el orden. La convocatoria a elecciones en 1951 confrontó a las fuerzas tradicionales con el MNR. La candidatura de Paz (que estaba exilado en la Argentina) y Hernán Siles Zuazo como vicepresidente, obtuvo el triunfo por mayoría relativa frente a Gabriel Gosalvez. Urriolagoitia se negó a aceptar siquiera que el parlamento se reúna para elegir Presidente y dio un autogolpe, entregando el mando a las Fuerzas Armadas que colocaron en la presidencia al Gral. Hugo Ballivián. Fue el interregno final antes de la Revolución.
Ballivián convocó a elecciones, pero estas nunca se realizaron. Una conspiración entre el ministro de Gobierno Antonio Seleme y el MNR con Siles a la cabeza, transformó un golpe de estado en una insurrección popular. Entre el 9 y 11 de abril de 1952 se combatió fieramente en las calles de La Paz y Oruro. El pueblo, los mineros de Milluni y carabineros de la policía sumados a la rebelión, lograron derrotar al ejército en heroicas acciones callejeras. El saldo del enfrentamiento fue de 490 muertos y casi 1.000 heridos.
La Revolución Nacional
El nuevo gobierno revolucionario del MNR instaló en palacio a Paz y Siles. Las ideas gestadas en los años treinta y cuarenta comenzaban a hacerse realidad.
El primer paso fue el decreto del voto universal el 21 de julio de 1952, con esta medida se rompía la democracia excluyente y calificada del pasado, otorgando el voto a la mujer, a los analfabetos y haciendo elegible a cualquier ciudadano mayor de edad. De 130.000 electores en 1951 se pasó a 960.000 en 1956.
El otro objetivo clave era tomar el control total de la economía por la vía de descabezar a los tres grandes mineros del estaño, se consideraba que solo un estado fuerte, dueño de sus recursos naturales y de sus empresas de producción, podría desarrollar el país. Por eso, el 31 de octubre de 1952, Paz firmó el decreto de nacionalización de las minas, con lo que 80% de los ingresos de las exportaciones y los recursos del subsuelo pasaron a poder del estado. Acto seguido se creó Comibol la empresa minera estatal, se estableció el control obrero con derecho a veto, se despidió y recontrató a todos los trabajadores lo que le demandó una fuerte erogación al erario.
En agosto de 1953 se tomó la medida más trascendental del gobierno revolucionario, la reforma agraria que devolvió la tierra a los campesinos, de ese modo se incorporó a casi 2.000.000 de bolivianos a la economía, como el voto los había incorporado a la política. Fue un paso de liberación de la mayoría de los bolivianos.
En 1955 se dictó un nuevo código de la educación. La educación universal y obligatoria, la instalación de núcleos escolares rurales para los campesinos, marcaron un giro fundamental que universalizó un derecho esencial que había estado restringido y planteado discriminatoriamente a partir de la idea de una educación especial para los indígenas.
Otro de los objetivos básicos de la Revolución fue la diversificación económica y la vertebración del país. La inauguración de la carretera Cochabamba-Santa Cruz (la primera ruta asfaltada del país), permitió un acceso al oriente que marcó el impulso de crecimiento de Santa Cruz de la Sierra. Se construyó un ingenio azucarero, se impulsó la producción de petróleo hasta lograr exportarlo con el oleoducto a Arica. Se transfirieron fondos de Comibol para todo este proceso que si bien ayudaron a esta tarea, descapitalizaron a la empresa de la minería.
Junto a estas medidas se vivió el nacimiento de la Central Obrera Boliviana (abril de 1952), la creación de milicias mineras y campesinas, el cierre del colegio militar y la baja de más de 500 oficiales para reorganizar el ejército. El colegio militar se reabrió en 1954.
El costo de la Revolución fue alto, un proceso hiperinflacionario que llevó al boliviano a devaluarse en un 900% en los cuatro años de gobierno de Paz. Los intentos de conspiración de FSB y sectores dentro del propio MNR, condujeron a la adopción de medidas represivas sin precedentes al abrirse campos de concentración en las minas y el altiplano, donde se vejó y torturó a centenares de presos.
En 1956 se realizaron las primeras elecciones con voto universal, Siles Zuazo obtuvo una abrumadora mayoría (82%) ante el impacto de las medidas de cambio sobre todo a favor de los indígenas. Su tarea fue dura, implantar un programa de estabilización monetaria que superase la crisis económica. Esto lo enfrentó a la izquierda del MNR que se opuso al plan diseñado por el asesor norteamericano Jackson Eder. El Presidente tuvo que iniciar una huelga de hambre para lograr su objetivo que provocó la renuncia de Ñuflo Chávez, su vicepresidente. El plan tuvo éxito y la moneda se estabilizó, manteniendo el tipo de cambio de 12 pesos por dólar hasta 1972. En este período se aprobó un nuevo código del petróleo muy liberal para la inversión externa, se aprobó el código de seguridad social y una ley de cooperativas.
La extraña muerte del jefe de FSB, Oscar Unzaga de la Vega, que se dijo se había suicidado en una casa donde se hallaba oculto y los hechos de sangre de cuartel Sucre en La Paz y Terebinto en Santa Cruz, mancharon el gobierno del Presidente Siles. En esos días se produjo la exitosa lucha de los cruceños por las regalías del petróleo.
En 1960 se convocó a elecciones, las tensiones internas del MNR llevaron a Paz a volver a candidatear para resolver el conflicto entre izquierda y derecha, postergando las aspiraciones de Wálter Guevara, quien rompió con su partido y creó el Partido Revolucionario Auténtico, presentándose a elecciones. Paz ganó cómodamente y ocupó por segunda vez el cargo. Paz pensó que después de los grandes cambios era necesario institucionalizar la Revolución (el modelo mexicano fue permanente como ejemplo para los bolivianos). Su primera medida fue una nueva Constitución (1961) que incluyó las minas nacionalizadas como patrimonio del estado, reconoció el voto universal y las milicias populares y estableció la reelección. La crisis de Comibol, sujeta a graves pérdidas y altos costos de producción por una burocracia excesiva, baja de ley de mineral y obsolescencia tecnológica, condujo al intento de reestructuración a través del plan triangular con la participación del BID y el gobierno alemán. En 1962 se hizo conocer el plan decenal, el primer plan que planteaba en el largo plazo el desarrollo del país y establecía la premisa de lucha contra la pobreza, en la lógica del desarrollismo bajo planificación estatal. Ese mismo año un desvío arbitrario de las aguas del río Lauca llevó a Bolivia a romper relaciones con Chile.
La idea equivocada de que él era el único que podía conducir el plan decenal, llevó a Paz a ir a la reelección en 1964, lo que dividió radicalmente a su partido y lo enfrentó con Siles, Guevara y Lechín. Ganó la elección como candidato único con el Gral. René Barrientos como vicepresidente, pero apenas tres meses después, en noviembre fue derrocado por Barrientos y el Gral. Alfredo Ovando, apoyados por las FF.AA., la oposición interna del MNR y varios sectores de la clase media. Demasiados años de gobierno, altos niveles de corrupción y un cierto distanciamiento con obreros y mineros, terminaron con su gobierno.
En esos doce años la ayuda económica de los Estados Unidos fue decisiva. Desde que en 1953 comenzó como donaciones, hasta los créditos de los sesenta, la ayuda convirtió a Bolivia en altamente dependiente, al punto que el tesoro vivía de esos créditos incluso para poder pagar salarios de la administración pública.
Bajo el signo de las Fuerzas Armadas
La revolución cubana (1959) había cambiado el equilibrio de poder en América Latina y abrió espacios para movimientos marxistas que intentaron la toma del poder. La respuesta de Estados Unidos con Kennedy fue la Alianza para el Progreso, pero tras su muerte fue la doctrina de seguridad nacional, que implicó gran respaldo a los ejércitos latinoamericanos, preparación antiguerrillera y, finalmente, apoyo para la toma del poder por parte de los militares como parte de una política anticomunista.
El gobierno de René Barrientos nació en esa lógica y en la del desarrollismo que ya había inspirado al MNR, además de la doctrina de la CEPAL de proteccionismo y sustitución de importaciones. El gobierno de Barrientos tuvo cuatro etapas. Noviembre 1964-mayo 1965 con una junta que él presidió, mayo-diciembre de 1965 con la extraña figura de la copresidencia que compartió con el Gral. Alfredo Ovando, enero-agosto de 1966 con el interinato de Ovando y 1966-1969 gobierno constitucional tras su triunfo electoral.
Barrientos jugó a dos puntas, enfrentamiento implacable con obreros y mineros que pasó por la rebaja y congelación salarial de 1965 y creación del llamado pacto militar-campesino heredando el fuerte arraigo del MNR en el campo. Su perfecto dominio del quechua lo ayudó en esa tarea. Los campesinos fueron la base de su respaldo popular. El interinato de Ovando demostró que éste era más proclive al concepto del nacionalismo revolucionario al firmar un contrato para la instalación de la primera fundición de estaño en el país. Barrientos organizó un partido propio que tuvo la efímera vida de su caudillo, se alió con viejos sectores desplazados por la Revolución y pequeños partidos de escasa significación. En la lógica del desarrollo impulsó proyectos como la presa hidroeléctrica de Corani, los caminos 1 y 4 de Cochabamba al Chapare que serían la base para la ruta nueva a Santa Cruz y el contrato de explotación de mina Matilde por una empresa norteamericana, además de la renovación del contrato con la Gulf que había llegado a Bolivia en los años cincuenta. En febrero de 1967 se aprobó una nueva Constitución que ratificó las incorporaciones de 1961, pero eliminó las milicias populares y la reelección.
El aparato represivo se oficializó con la Ley de Seguridad del Estado y la creación de una unidad “especializada”, el Furmod. El episodio más trágico de esos años fue la masacre de San Juan, cuando unidades del ejército entraron a Siglo XX la noche de San Juan de 1967 y dispararon contra los mineros, causando la muerte de 27 trabajadores. El argumento fue que los mineros se organizaban para apoyar a la guerrilla del Che.
La guerrilla de Ernesto Che Guevara
En 1966 llegó a Bolivia el guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara para organizar un foco guerrillero que se expandiera en todo el surcontinente. Se estableció en Santa Cruz en la provincia Cordillera en las proximidades del río Grande. El contingente de la guerrilla era de 52 efectivos, la mayoría cubanos. Entre marzo y julio de 1967 los guerrilleros inflingieron fuertes bajas al ejército, que ante la contingencia fue entrenado por oficiales de los boinas verdes de los Estados Unidos y creó la unidad especializada de los Rangers. En julio una emboscada militar aniquiló una de las dos columnas guerrilleras y en septiembre el cerco aisló al Che. El 8 de octubre el Che fue capturado y el 9 fue muerto por un oscuro suboficial por orden del Presidente Barrientos y los comandantes Ovando y Juan José Torres. La victoria del ejército fue total y la guerrilla fue destruida.
Militares entre la derecha y la izquierda
El 27 de abril de 1969, el Presidente murió al chocar su helicóptero contra cables de alta tensión en Arque (Cochabamba). Lo sucedió su vicepresidente Luis Adolfo Siles Salinas. Siles llegó al mando sin poder real y bajo la presión militar jefaturizada por Ovando. Disolvió el Furmod y respetó escrupulosamente la Constitución, integró a Bolivia al Pacto Andino al firmar el Acuerdo de Cartagena rumbo a una integración económica indispensable para el desarrollo de la región. En agosto de 1969 se inauguró el canal estatal de televisión que había sido planificado en el gobierno de Barrientos.
La caída de Siles, fácilmente predecible, se produjo en septiembre de 1969. En incruento golpe, Ovando tomó el poder y organizó un gabinete mixto entre jóvenes intelectuales de izquierda -entre los que se destacaba Marcelo Quiroga Santa Cruz- y militares. La medida trascendental de Ovando fue la nacionalización de la Gulf que revirtió al estado los importantes campos gasíferos que permitieron en 1972 el contrato de venta de gas a la Argentina. El gobierno abrió relaciones con los países socialistas comenzando por la Unión Soviética. El ministro José Ortiz Mercado presentó un proyecto de ley de bases del poder ejecutivo y un plan de desarrollo que retomaba las líneas del plan decenal.
La gestión de Ovando se vio sacudida por la guerrilla de Teoponte, un grupo de jóvenes cristianos y marxistas que se internaron en la selva al norte de La Paz y fueron cazados como moscas por el ejército hasta su aniquilación total. Las muertes de los esposos Alexander, Jaime Otero y Jorge Soliz, que se le achacaron al gobierno, debilitaron su sustento hasta que en octubre de 1970 se produjo la crisis. Un grupo de militares de derecha bajo el liderazgo del Gral. Rogelio Miranda pidió la salida de Ovando, quien renunció, pero un golpe de mano del Gral. Juan José Torres que tomó la base aérea de El Alto cambio las cosas, los obreros con una huelga apoyaron a Torres que tomó el poder después de un fugaz triunvirato militar instalado por Miranda.
Torres mantuvo la línea nacional-revolucionaria de Ovando en medio de una creciente polarización del país y la acción descontrolada de los sectores de la izquierda radical. La inauguración de la fundición de estaño de Vinto, la reversión del contrato de mina Matilde y la creación de las corporaciones de desarrollo, fueron las escasas acciones administrativas de un régimen cercado por las posiciones extremas. El cuarto congreso de la COB (mayo de 1970) propuso el camino al socialismo y a los trabajadores como vanguardia de ese proceso. En junio de 1971 esas ideas se llevaron a la práctica con la creación de la Asamblea Popular que pretendía sustituir al parlamento (cerrado desde 1969), con la participación de mineros, fabriles, campesinos, intelectuales y universitarios. La Asamblea presidida por Lechín inauguró sesiones pero nunca pudo deliberar realmente.
Precisamente, en 1971 se creó el Partido Socialista bajo la conducción de Marcelo Quiroga Santa Cruz y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria que jugaría un importante papel contra la dictadura de Banzer y en la construcción democrática posterior.
A estas alturas las posiciones ideológicas eran irreversibles, por un lado la izquierda cada vez más radicalizada, por la otra la derecha respaldada por el sector más fuerte de las FF.AA., los empresarios, la creciente clase media urbana que temía una ruta irreversible al comunismo, las dictaduras de Argentina y Brasil y por supuesto los Estados Unidos. La toma del periódico El Diario, las tomas de haciendas en Santa Cruz a manos de Oscar Zamora Medinacelli de filiación maoista (fue candidato vicepresidencial del Gral. Hugo Banzer en 1993), la expulsión del Cuerpo de Paz y la liberación de Regis Debray (condenado a 30 años de cárcel por su participación en la guerrilla del Che), terminaron por hacer estallar la rebelión. El Cnl. Banzer logró aglutinar en torno suyo a los dos partidos más importantes de entonces, el MNR de Paz Estenssoro (del que se había dividido el MNRI de Siles Zuazo) y FSB.
El 19 de agosto de 1971 se produjo el golpe que terminó el 21 de ese mes con el triunfo de los insurrectos, el saldo sangriento tras los enfrentamientos en La Paz y Santa Cruz fue de casi 100 muertos y medio millar de heridos. El nuevo gobierno declaró ilegales a los partidos de izquierda, canceló el funcionamiento de la COB y toda organización sindical, clausuró las universidades y envió al exilio a centenares de bolivianos. En sus primeros años de gestión fue implacable y férreo en su acción contra los opositores.
Banzer se inscribió en la cara militar del nacionalismo, con el ingrediente fuertemente anticomunista de la época. Estatista y desarrollista en economía, se vio beneficiado por el extraordinario nivel de precios de las materias primas (el estaño llegó a cotizarse en ocho dólares la libra fina) y una gran apertura de créditos internacionales. Sobre esta realidad pudo mantener un nivel de crecimiento económico muy alto que se reflejó en un promedio de 5,8% de crecimiento del PIB de manera sostenida entre 1971 y 1976 en que la economía comenzó a declinar de manera preocupante. Previamente tuvo que devaluar la moneda, lo que modificó el cambio después de 16 años y produjo una convulsión social importante. El gobierno creó simultáneamente nuevas empresas productivas estatales, (hilandería, aceites, automotriz, etc.) y una legislación de apertura a la inversión externa como la ley de inversiones y la de hidrocarburos. Con una proyección equivocada de crecimiento de la producción petrolera, se lanzó a un proyecto de ampliación de exportaciones que tuvo que suspenderse ante la demanda de consumo interno. En cambio, las exploraciones demostraron que Bolivia es un país básicamente gasifero. La venta de gas a la Argentina en 1972 representó un importante ingreso para el erario nacional. Se produjo un boom de la construcción en propiedad horizontal, particularmente en La Paz. Santa Cruz inició un despegue económico sin precedentes, aunque con algunos proyectos fallidos como el del algodón. Se llevaron adelante obras públicas de magnitud como la autopista La Paz-El Alto, la refinería de Palmasola, varios edificios públicos de gran envergadura en la sede de gobierno, se instalaron nuevos sistemas de telecomunicaciones y se compraron varios aviones nuevos para el Lloyd Aéreo Boliviano. La inversión pública fue intensa, pero el endeudamiento externo fue el más alto del siglo, al multiplicar la deuda en casi seis veces. Se redactaron nuevos códigos que sustituyeron al paquete de códigos dictado por Andrés de Santa Cruz, en materia civil, penal y de familia.
Se organizó el Censo de 1976 que estableció una población de 4,6 millones de habitantes, una población urbana que se equilibraba progresivamente con la rural que aún era mayoría con 58%, un notable crecimiento de la ciudad de Santa Cruz (290.000 habitantes) y un proceso importante de migración de los Andes al oriente.
En noviembre de 1974, Banzer rompió con los partidos que lo apoyaban, los excluyó del gobierno y se apoyó exclusivamente en el respaldo de las FF.AA. La violencia desde el estado se tradujo en la masacre de Tolata en 1974, con un saldo de varios muertos ante las protestas por las medidas económicas del gobierno, el asesinato del Cnl. Andrés Selich, exministro del Interior de ese mismo gobierno y la participación de Bolivia en la llamada Operación Cóndor con las dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que generó una acción represiva común con muertes y desapariciones. En 1976 fue asesinado en Buenos Aires el expresidente Torres, la oposición acusó al gobierno de ser el autor intelectual de ese crimen.
En 1975, el gobierno hizo la propuesta más seria de solución al problema marítimo con Chile. Tras el abrazo con Augusto Pinochet en Charaña, se reanudaron relaciones con ese país, la propuesta de un puerto al norte de Arica con un corredor soberano para Bolivia fue rechazada por Chile y las relaciones volvieron a suspenderse. En 1977, ante la presión interna y externa, Banzer convocó a elecciones que ganó como producto de un fraude monumental su delfín el Gral. Juan Pereda, frente a la pujante Unidad Democrática y Popular, una coalición de izquierda liderada por Siles Zuazo. Las elecciones fueron anuladas, Pereda respondió derrocando a Banzer en julio de 1978.
La nación sin rumbo
El período entre 1978 y 1982 fue el más inestable y caótico de toda la historia republicana de Bolivia con nueve presidentes en cuatro años y medio, siete de facto y solo dos constitucionales. La secuencia presidencial es: Gral. Juan Pereda (1978), Gral. David Padilla (1978-1979), Wálter Guevara (1979), Cnl. Alberto Natusch (1979), Lidia Gueiler (1979-1980), Gral. Luis García Meza (1980-1981), junta militar (1981), Gral. Celso Torrelio (1981-1982) y Gral. Guido Vildoso (1982).
Otra vez se produjeron las tensiones entre el poder militar y los sectores conservadores frente a las corrientes democratizantes, pero sobre todo los partidos de izquierda en la idea de la ruta al socialismo. La fuerza política que aglutinó a la sociedad civil fue la UDP, formada por el MNRI, el MIR y el Partido Comunista, que ganó tres elecciones consecutivas (1978 en que fue víctima de fraude, 1979 y 1980). Las otras fuerzas importantes fueron el MNR, el recientemente creado partido de Hugo Banzer, Acción Democrática Nacionalista (1979) y el PS1 de Marcelo Quiroga. El empate electoral de 1979 (UDP-MNR) produjo un empantanamiento que llevó a la presidencia interina a Wálter Guevara que fue derrocado apenas dos meses y medio después de posesionarse. El delirante golpe de Natusch desbarató el notable éxito logrado por Bolivia en la asamblea de la OEA en La Paz que representó el apoyo multilateral para la causa marítima. Sectores del MNR y MNRI apoyaron a Natusch que estuvo apenas 16 días en el poder, dejando un saldo de casi 200 muertos y medio millar de heridos en las calles de La Paz. La presidencia interina de Lidia Gueiler que sustituyó a Natusch tuvo como objetivo una nueva elección. En diciembre de 1979 se vio obligada a devaluar la moneda y soportar una fuerte presión popular.
En julio de 1980 llegó el golpe de Luis García Meza, cuyos paramilitares en la toma de la COB asesinaron a Marcelo Quiroga y dos dirigentes sindicales. García Meza abrió un período de poder atrabiliario, corrupción sin límites y vinculación de importantes ministros de estado con el narcotráfico, particularmente Luis Arce Gómez. En enero de 1981 nuevas medidas económicas condujeron a una masacre con el asesinato de ocho dirigentes miristas acorralados por los agentes de Arce Gómez, ministro del Interior en una casa de La Paz. El gobierno de García Meza (derrocado por presión popular en agosto de 1981) y sus sucesores llevaron las cosas a un punto tan negro que afectaron seriamente el prestigio de las Fuerzas Armadas. La única opción fue la convocatoria al congreso elegido en 1980 que ratificó la elección de ese año y permitió que Vildoso entregue la presidencia a Hernán Siles Zuazo (octubre de 1982).
Democracia y estado liberal
El gobierno de la UDP tuvo dos caras, estuvo signado por la incapacidad de administrar la grave crisis económica que los militares dejaron como herencia y por una vocación democrática que salvó el difícil proceso que se iniciaba. Con minoría en el congreso, una dura oposición de MNR y ADN y una presión insoportable de la COB y los trabajadores al mando de Lechín, el ejecutivo se encontró huérfano, adicionalmente el MIR en una muestra de inmadurez política abandonó el gobierno a los pocos meses de haber impuesto a través de su ministro Ernesto Aranibar la desdolarización que llevó al desastre a miles de pequeños ahorristas.
En menos de dos años la situación económica tocó fondo. La producción cayó en un 40%, las exportaciones descendieron de 1.030 a 670 millones de dólares, el PIB decreció hasta el límite de 4,5% en 1983, la inflación pasó de 123% en 1982 a 8.767% en 1985. Las reservas monetarias llegaron a cero. Las huelgas, bloqueos y marchas llegaron al paroxismo, el Banco Central paró 51 días, le cortaron el agua y la luz al palacio de gobierno y la casa presidencial. En marzo de 1984, 12.000 mineros tomaron y paralizaron la ciudad de La Paz. En junio el Presidente fue secuestrado por diez horas en un intento frustrado de golpe. La situación se hizo insostenible, el Presidente Siles hizo una nueva huelga de hambre sin éxito, la Iglesia le pidió una actitud de desprendimiento que se tradujo en la renuncia a un año de su mandato y la convocatoria a elecciones.
En 1985 Hugo Banzer ganó la elección por mayoría relativa frente a Paz Estenssoro que obtuvo el segundo lugar. El caos económico provocó un retorno del votante de la izquierda al centro y a la derecha. Pero el congreso no ratificó a Banzer, eligió a Paz, por primera vez el segundo en el voto era ungido Presidente.
Paz comenzó su gobierno con una frase dramática pero real “Bolivia se nos muere”. Un equipo económico al mando por Gonzalo Sánchez de Lozada (presidente del senado, luego ministro de Planeamiento) diseñó un decreto con medidas económicas que se conoció para la historia por su número, el 21060. Era el comienzo de una nueva política económica en el país. El decreto planteaba una reducción del déficit fiscal mediante el congelamiento salarial y un aumento radical del precio de la gasolina (que cubrió en casi un 50% los ingresos del tesoro por varios años), el cambio real y flexible del dólar a partir del mecanismo del bolsín, una subasta diaria de dólares en función de oferta y demanda, libre contratación, reducción de personal del estado, liberalización total del mercado y reforma tributaria. La medida fue rechazada por la COB que fue a la huelga, el gobierno respondió con el estado de sitio y confinamiento de dirigentes (Lechín terminó su carrera sindical renunciando en 1987 a la secretaría ejecutiva de la COB). El peso que había llegado a cotizarse en 1.800.000 por dólar fue sustituido por el boliviano, con seis ceros menos. Las medidas tuvieron éxito gracias a una alianza entre Paz y Banzer (octubre de 1985) en el llamado Pacto por la Democracia que le dio al gobierno mayoría en el parlamento y le permitió aprobar las leyes que requería.
En 1986 la brutal caída de los precios del estaño forzó al gobierno al despido masivo de los mineros de Comibol (casi 23.000), lo que provocó una marcha desde Oruro a La Paz de más de 10.000 trabajadores que mediante el estado de sitio fueron detenidos por el ejército a medio camino. Fue el último intento por salvar la minería nacionalizada. La explosión de la actividad del narcotráfico y la plantación de coca excedentaria que se había iniciado en la última etapa del gobierno de Banzer, llegó a niveles muy graves en los gobiernos militares de principios de los ochenta. La exportación de droga hacia los Estados Unidos y Europa llevó las relaciones de Bolivia con Estados Unidos a un grado de extrema dependencia y de condicionamiento por el tema coca-cocaína. Esto impulsó al gobierno a dictar la Ley 1008, instrumento implacable contra el tráfico de cocaína y producción ilegal de coca, así como la intervención de militares de EE.UU. en acciones absolutamente ineficaces contra el narcotráfico.
En 1987 se realizaron elecciones municipales, recuperando una tradición rota por la Revolución de 1952. El fortalecimiento de la democracia municipal fue clave para darle mayor poder directo al ciudadano. Desde entonces los procesos electorales municipales se realizaron regularmente.
En 1988 nacieron dos partidos populistas, Conciencia de Patria de Carlos Palenque un exfolklorista y notable comunicador que logró aglutinar a su alrededor a los sectores más desposeídos del occidente de Bolivia y Unidad Cívica Solidaridad (UCS) de Max Fernández, empresario cervecero que sobre la base del poder de la CBN logró un respaldo de voto importante en sectores populares del valle y los llanos del país.
Paz Estenssoro terminó su gobierno habiendo logrado derrotar la hiperinflación y estabilizar la economía, una tarea que parecía imposible al iniciar su gestión, aunque el costo social traducido en un alto desempleo y un bajo nivel adquisitivo de los salarios fue muy alto. Las elecciones de 1989 contaron con un inesperado candidato, Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR que ganó las elecciones por corto margen a Hugo Banzer. La ulterior elección en el congreso dio lugar a una sorprendente alianza entre Banzer y Jaime Paz Zamora, jefe del MIR, antiguos enemigos ideológicos aparentemente irreconciliables. Esa alianza le dio la presidencia a Jaime Paz que llegó al mando de la nación a pesar de haber sido tercero con apenas 19% de los votos populares.
El gobierno de Paz Zamora fue de sostenimiento, mantuvo la estabilidad económica y logró un crecimiento promedio de 3,4% del PIB, el más alto en los últimos quince años. La estructura de las exportaciones cambió, pasó de la casi exclusividad de minerales (estaño, zinc, tungsteno, plomo y plata) al gas en los años ochenta y a los llamados no tradicionales en los noventa, fundamentalmente soya y en menor medida madera. El gobierno no se atrevió a encarar su mayor desafío, un proceso de privatización que anunció y no realizó. El tropiezo mayor fue la concesión del litio en el salar de Uyuni que no se hizo ante presión de sectores radicales de los comités cívicos.
En 1992 se realizó el Censo de Población y Vivienda, que registró un total de 6,4 millones de habitantes, una mayor población urbana que rural (57,43%) y un crecimiento espectacular de Santa Cruz, consolidada como segunda ciudad del país y primera economía de la nación. El analfabetismo que en 1950 era superior a 70% había caído a 20%.
Comenzó a ser importante el tema de la defensa de la ecología que requirió de una nueva legislación en este ámbito, como la Ley de Medio Ambiente de 1992 y el reconocimiento de los derechos de los indígenas del oriente tras la marcha por el territorio y dignidad (1990), que estableció el concepto de territorios indígenas en esa región del país.
Los acuerdos políticos de 1992 permitieron la sustitución de una Corte Electoral seriamente cuestionada y el nombramiento de una nueva, que garantizó desde entonces elecciones limpias y libres de toda sospecha. Se comprometió también la aprobación de modificaciones a la Constitución política y se establecieron las bases de una reforma educativa. En el ámbito de la lucha contra las drogas, Paz Zamora planteó la idea de que coca no es cocaína, lo que lo enfrentó a Estados Unidos. Un nombramiento equivocado del jefe de la fuerza contra las drogas (FELCN), determinó la intervención abierta del embajador de Estados Unidos que obligó al Presidente a destituir a ese funcionario, al ministro del Interior y al comandante de la policía. Años después EE.UU. le quitó su visa de ingreso por supuestas vinculaciones con el narcotráfico. A fines de 1990 en un operativo para rescatar al empresario secuestrado Jorge Lonsdale, la policía mató a sangre fría a tres terroristas del grupo Néstor Paz Zamora que hicieron el secuestro, además de torturar y matar a otro terrorista en prisión.
En las elecciones de 1993 triunfó por segunda vez, pero en esta ocasión con holgura Gonzalo Sánchez de Lozada, frente a Hugo Banzer. El gobierno de Jaime Paz, aliado con ADN, estaba muy desgastado y acusado de creciente corrupción. Sánchez de Lozada y el MNR, presentaron un ambicioso programa de cambios estructurales que buscaban consolidar el giro de Bolivia a la economía de mercado. Para ello se alió con UCS y con el MBL de Antonio Araníbar y Miguel Urioste. Los tres pilares fundamentales del programa eran la capitalización, la participación popular y la reforma educativa.
La capitalización implicó la venta de 50% de las acciones de las seis principales empresas del estado, YPFB, ENFE (ferrocarriles), ENDE (electricidad), ENAF (fundiciones), ENTEL (telecomunicaciones) y LAB (línea aérea). Este proceso representó un ingreso de 1.671 millones de dólares por 50% de esas empresas, el otro 50% se destinó a inversión social directa traducida en acciones para todos los bolivianos mayores de 21 años en 1995 y en el pago a todos los mayores de 65 años de un bono anual individual denominado “bonosol”, el primero y único se pagó en 1997 por una valor de 248 dólares. Acusado de ser una medida electoral, el bono fue suspendido en el gobierno del Presidente Banzer.
La participación popular se transformó en una ley que implicaba la territorialización de los municipios (se establecieron 311 en el país), se repartieron fondos de la participación que salían de un 20% de los ingresos nacionales y de 100% de los ingresos municipales, los fondos del estado central se repartían en función de la población de cada municipio. Esto representó la posibilidad del ciudadano de administrar los fondos de su municipio y decidir sobre ellos. Municipios que antes recibían unos pocos miles de bolivianos pasaron a recibir millones (Villa Tunari por ejemplo, que en 1993 no recibía ni un peso del erario nacional, en 1994 recibió 1,2 millones de bolivianos).
La reforma educativa estableció cambios administrativos, incluyó a los padres en el proceso de fiscalización, estableció la educación intercultural y bilingüe, la transversalidad del currículo y una racionalización en el magisterio. Las medidas fueron duramente combatidas por la oposición y el sindicalismo y obligaron a Sánchez a dictar el estado de sitio para imponerlas.
Adicionalmente, el gobierno estableció la descentralización administrativa con la creación de consejos departamentales y la desaparición de las corporaciones de desarrollo, la reforma de pensiones que pasó al ahorro individual y aprobó las reformas a la Constitución que incluyeron dos nuevos tribunales, el Constitucional y el Consejo de la Judicatura, además de la Defensoría del Pueblo, el mandato presidencial de cinco años y la mitad de los diputados elegidos uninominalmente. En el ámbito de la justicia se hicieron importantes modificaciones al código penal y se eliminó la prisión por deudas y estableció la Ley de Fianza Juratoria. También se aprobó la Ley del Instituto de Reforma Agraria (INRA) que fue el paso más importante desde la reforma agraria del 53, reconociendo a las comunidades originarias y estableciendo impuestos a la mediana y gran propiedad, entre otras medidas.
El juicio a Luis García Meza iniciado en 1986 e impulsado por el abogado Juan del Granado, terminó en 1993 con su condena a 30 años, el fallo comenzó a cumplirse cuando el exgeneral prófugo fue detenido en Brasil y extraditado a Bolivia. A fines de 1996 se produjo una acción policial con un saldo trágico de 11 mineros y un capitán de policía muertos, el operativo manejado irresponsablemente se hizo para recuperar para sus propietarios las minas de Amayapampa y Capacirca, tomadas ilegalmente por los trabajadores.
En el período 1982-2000 se hizo énfasis en la infraestructura vial con obras como la terminación de la carretera Cochabamba-Santa Cruz (que pocos años después presentó serios problemas geológicos en uno de sus tramos), el asfaltado Patacamaya-Tambo Quemado que une al país con Arica y La Paz-Desaguadero. También se hicieron aeropuertos nuevos como el de Santa Cruz (Siles) y Cochabamba (Sánchez, Banzer). Uno de los proyectos más importantes que se cristalizó en esta etapa fue la construcción de un gasoducto entre Bolivia y Brasil para suministrar gas a los mercados de Sao Paulo y Porto Alegre. Fue la mayor inversión económica encarada en Bolivia, solo el lado boliviano demandó 550 millones de dólares. Pactado por Paz Zamora, construido en el gobierno de Sánchez de Lozada e inaugurado por Banzer. La venta de gas a Brasil representará importantes ingresos económicos al país.
En 1997 se convocó a nuevas elecciones que ganó Hugo Banzer con 22%, por encima de Juan Carlos Durán del MNR y Remedios Loza de Condepa. Banzer se alió con el MIR, UCS, Condepa y NFR (nuevo partido creado por el alcalde de Cochabamba Manfred Reyes Villa). En septiembre de 1997 convocó a un diálogo nacional del que salió una propuesta programática basada en cuatro pilares. Dignidad, pilar relativo a la erradicación total de la coca excedentaria, programa que lleva adelante con gran éxito; oportunidad, pilar vinculado al crecimiento económico, con una meta de crecimiento de 7% al final del mandato; equidad, pilar relativo a la lucha contra la pobreza e institucionalidad, pilar referido al fortalecimiento del sistema judicial y de la democracia. En este campo se nombró una nueva Corte Suprema, a los miembros del Tribunal Constitucional, Consejo de la Judicatura y a la Defensora del Pueblo.
El gobierno afrontó una severa crisis económica en 1999 que lo obligó a dictar una ley de reactivación económica con la esperanza de revertir un indicador de crecimiento muy bajo para ese período. En 1998 prescindió de Condepa y en el 2000 del NFR.
Nuevo Siglo
El gobierno de Banzer Suárez a pesar de haber convocado a un Diálogo Nacional destinado a buscar la participación de todos los sectores del país para la ejecución de su plan de trabajo, enfrentó duras protestas sociales que desencadenaron en varios bloqueos de caminos y la denominada “guerra del agua” en Cochabamba, con la consiguiente pérdida de autoridad y duros cuestionamientos a su mandato.
En medio de permanentes protestas sociales, a pesar de la realización de un diálogo nacional que como resultado estableció la Estrategia Boliviana de Reducción de la Pobreza (EBRP), luego de enfrentar un motín policial, Hugo Banzer Suárez tras una larga estadía en Estados Unidos presentó renuncia a la primera magistratura del país el 27 de julio de 2001, aquejado por un cáncer terminal de pulmón e hígado, que determinó su fallecimiento el 5 de mayo de 2002.
El 6 de agosto de 2001, en la Casa de la Libertad, por sucesión constitucional, asumió la Presidencia de la República el vicepresidente Jorge Quiroga Ramírez, quien durante su año de gestión buscó enfrentar los graves problemas económicos, en el marco de una tregua política pero con permanentes conflictos sociales, que sin embargo no impidieron la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda 2001, el primero del nuevo Siglo, que estableció la población en 8.274.325 habitantes, 62,42% asentados en áreas urbanas y 37,58% en los sectores rurales, una densidad poblacional de 7,56 habitantes por kilómetro cuadrado y una relación de casi 50% entre hombres y mujeres.
En julio de 2002, se cumplieron elecciones generales, Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR en alianza con el MBL, alcanzó 22,46% de la votación por encima de Evo Morales del MAS 20,94%, Manfred Reyes de NFR 20,91% y Jaime Paz Zamora del MIR 16,31%.
Bajo una alianza programática con el MIR, denominada Plan Bolivia y el apoyo de UCS, Sánchez de Lozada asumió el 6 de agosto de 2002 la Presidencia de la República, en medio de una grave crisis económica que derivó en permanentes conflictos sociales. En el campo social, una de sus primeras medidas fue la implantación del Seguro Universal Materno Infantil (SUMI) y la reposición del pago del BONOSOL a las personas mayores de 60 años.
Estas medidas no frenaron el descontento social traducido en permanentes medidas de presión de diversos sectores de la sociedad civil, acciones que tuvieron su mayor eclosión en febrero de 2003 como rechazo a la intención gubernamental de aplicar un impuesto al ingreso. A la protesta social se sumó un segundo motín policial que determinó la salida de las fuerzas militares a las calles de la ciudad sede de gobierno. El denominado “impuestazo” culminó con el saldo de más de veinte muertos entre civiles, policías y militares, una actitud de confrontación entre Fuerzas Armadas y Policía Nacional y el desgaste del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada quien, sin embargo, no modificó sustancialmente sus políticas de Estado.
Los problemas sociales y el descontento de la sociedad civil continuaron y en octubre de 2003 desembocaron en la denominada “guerra del gas” originada en la demanda de los diferentes sectores sociales para que no se suscriba el contrato de exportación de gas natural a Estados Unidos vía un puerto chileno, pedido que aglutinó a diferentes organizaciones sindicales y se tradujo en un bloqueo nacional de caminos iniciado por la principal fuerza sindical campesina del país, medida que después de casi quince días mostró su mayor fuerza en la zona del altiplano boliviano.
Ante esa situación el gobierno determinó una acción militar destinada a buscar la salida de turistas de la población paceña de Sorata, operativo que culminó con la muerte de cinco campesinos en Huarisata, lo que desencadenó acciones de protesta en las ciudades de La Paz y El Alto y el bloqueo casi total de ambos centros urbanos y de otras ciudades del país, acciones de la sociedad civil que fueron reprimidas por las fuerzas militares y policiales con el resultado de más de sesenta muertos y un centenar de heridos.
Como respuesta a la represión y las muertes, la demanda ciudadana se volcó para pedir la salida del presidente Sánchez de Lozada, quien a pesar de afirmar que no dejaría el gobierno tuvo que renunciar días después de quedar sólo en la administración estatal tras la salida de sus socios y aliados políticos, Manfred Reyes Villa de Nueva Fuerza Republicana (NFR) primero y después Jaime Paz Zamora del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) y la decisión de su vicepresidente de alejarse al no compartir la utilización de la violencia como respuesta a las demandas y planteamientos ciudadanos.
Cercado por la sociedad civil en medio de una huelga general en las principales ciudades declarada por la Central Obrera Boliviana (COB), el bloqueo general de caminos, el desabastecimiento de alimentos y combustibles en las ciudades de La Paz y El Alto y el repliegue de las fuerzas militares, Sánchez de Lozada el 17 de octubre de 2004, un año y dos meses y medio después de ser posesionado, renunció a la primera magistratura de la nación ante el Congreso Nacional y en momentos en los que ese Poder del Estado trataba su renuncia, salió del país rumbo a Estados Unidos junto a su familia y entorno de confianza, encabezado por Carlos Sánchez Berzaín, su ministro de Defensa quien fue acusado de ser el promotor de los enfrentamientos entre bolivianos que dejaron como resultado, más de sesenta muertos.
En sesión especial de emergencia, el Congreso Nacional aceptó la renuncia de Sánchez de Lozada y en el marco de los preceptos de sucesión constitucional designó como nuevo presidente de la República a Carlos Diego Mesa Gisbert, hasta ese momento vicepresidente de la República y Presidente del Congreso Nacional, quien al tomar posesión se comprometió entre otros aspectos, a la realización de un referéndum para definir el futuro del uso y las exportaciones de gas y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Mesa Gisbert inició su mandato sin contar con una fuerza político parlamentaria mayoritaria o por lo menos representativa, pero con amplio apoyo ciudadano que de acuerdo a encuestas superó ochenta por ciento y advirtió que prefería dejar la primera magistratura del país a instruir que se mate a un solo ciudadano boliviano.
Tras un período de paz social, el nuevo presidente debió enfrentar problemas fundamentales como, el escaso respaldo parlamentario a sus políticas de gobierno; el elevado déficit fiscal producto de una economía en crisis, la definición de una política de explotación, industrialización y exportación de gas natural y las acciones divisionistas asumidas por representantes cívicos de algunas regiones del país.
En el marco de un acuerdo basado en preservar el sistema democrático, Mesa Gisbert mantiene una relación de permanente controversia con el Poder Legislativo, instancia del Estado afectada por la escasa credibilidad en la población y la reconducción político partidaria que busca superar los efectos del cambio de octubre de 2003.
A pesar de la cooperación financiera externa recibida, el Gobierno de Carlos Mesa con el fin de disminuir el déficit fiscal y cumplir acuerdos con organismos internacionales, impuso un modelo de austeridad en la administración estatal, medida que, dados los niveles de pobreza en la población, originó permanentes protestas sociales en las principales ciudades del país las que en muchos casos fueron superadas sobre la base del diálogo a pesar de la dura posición de sectores radicales encabezados por maestros y campesinos o casos aislados como la autoinmolación con dinamita de un ex trabajador minero en instalaciones del Congreso Nacional.
En la línea de su promesa, Mesa Gisbert convocó para el 18 de julio a referéndum nacional vinculante para fijar la política nacional del gas e inició las acciones preparatorias para la realización de una Asamblea Constituyente.
* Redactado por Teresa Gisbert y Carlos D. Mesa Gisbert a encargo del INE.
Contexto histórico y nuevo Estado
En la última etapa del siglo XX, Bolivia cruzó por diferentes coyunturas que mostraban altos grados de conflictos sociales y económicos, además de una marcada ingobernabilidad por la que atravesaba el Estado y el gobierno de aquella época. Tal fue la crisis enfrentada que en los años 2000 y 2003 ocurrieron dos conflictos generalizados que se convirtieron en los antecedentes más cercanos a lo que después fue la refundación del Estado: la “guerra del agua y la guerra del gas”, respectivamente. Estos eventos constituyeron demandas históricas sobre los recursos naturales, además de otras que eran urgentes. En síntesis, las movilizaciones sociales plantearon la nacionalización de los recursos naturales, la realización de una Asamblea Constituyente y autonomías departamentales. Dicha conflictividad, además, produjo en 2003 la renuncia del expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada, situación que llevó a diversos procesos para reconstituir el campo político institucional en el país.
Durante el 2004, el presidente Carlos Mesa Gisbert promulgó la reforma constitucional que incorporó la Asamblea Constituyente, el Referendo y eliminó el monopolio de los partidos políticos en los procesos electorales; en julio de ese año se realizó la primera consulta constitucional vinculante de la historia del país, cuyo resultado fijó la política nacional del gas e inició las acciones preparatorias para la realización de una convención constituyente.
Mesa dejó la jefatura de Estado y, por sucesión constitucional, se hizo cargo Eduardo Rodríguez Veltzé. En este período, la dinámica política ocupó un sitial preferencial –además de la guerra del agua y la del gas– con el triunfo electoral del indígena Evo Morales del Movimiento Al Socialismo (MAS- IPSP) con el 54 por ciento de los votos.
Una de las primeras medidas que asumió Morales, luego de ser posesionado en el cargo, fue la denominada “nacionalización de los hidrocarburos” que se la hizo pública el 1 de mayo de 2006, cuyo objetivo básico fue el incremento de impuestos y la renovación de contratos con las petroleras. En agosto de ese mismo año se eligió por primera vez y por voto directo a los prefectos de departamento y se instaló la Asamblea Constituyente, la primera elegida por voto popular en la historia.
El 7 de febrero de 2009 se promulgó la nueva Constitución en la que resaltan aspectos como el cambio de nombre del país a Estado Plurinacional, la visibilización de las naciones y pueblos indígenas, la incorporación de las autonomías y el reconocimiento de la ciudadanía colectiva. Por otra parte, la gestión cerró con una buena noticia para el país: la inflación alcanzó una de las tasas más bajas (0,26%) de la región sudamericana.
La ratificación de Evo Morales en el mando gubernamental se patentizó en 2010, quien en su posesión anunció el nacimiento del Estado Plurinacional y el final del republicano. Asimismo, la población eligió mediante las urnas a sus autoridades municipales y departamentales dando paso a la Bolivia autonómica. La nueva configuración del Estado dio muestras contundentes de la incursión a una renovada etapa histórica fundada bajo los pilares de lo plurinacional, la democracia intercultural, la economía plural y la soberanía, principalmente. Muestra de ello fue el reconocimiento constitucional de los pueblos y naciones indígena originario campesinos como sujeto histórico del nuevo Estado; la reconfiguración de la democracia participativa, representativa y comunitaria; el campo económico, que registró el mejor crecimiento de los últimos 28 años: entre enero y agosto alcanzó un crecimiento del 6,8 por ciento; y la lucha por la recuperación del mar. En conjunto, son políticas se orientan al desarrollo y progreso del país.
En 2014, Evo Morales es reelegido para un tercer mandato con 61% de votación. Este nuevo periodo presidencial se caracteriza por la continuidad de políticas de inversión pública e incentivo de la demanda interna, la desaceleración de la economía ante la caída de precios de exportación de commodities y la reducción drástica en los volúmenes de gas natural exportados a Brasil y Argentina. A la presidencia de Morales se la reconoce, por un lado, por haber reducido los niveles de pobreza, haber registrado crecimientos económicos sin precedentes y promover la inclusión de la población indígena. Por otro lado, la critica a su gestión de gobierno se centra en la denuncia de la concentración excesiva de poder, el afán de prorrogarse en el poder más allá de los límites constitucionales y el retroceso de Bolivia en otros ámbitos como los reflejados por los rankings internacionales de libertad de prensa, democracia y libertad política, competitividad, facilidad para hacer negocios, entre otros. Ante la imposibilidad constitucional de que Evo Morales se postule para un nuevo mandato, el gobierno lleva a cabo un referéndum el 21 de febrero de 2016 en el que se consulta a la población en relación a la modificación del artículo 168 de la constitución para que de esta forma se posibilite una nueva repostulación del propio Evo Morales. La opción del “No” a la modificación del artículo 168 de la constitución se impone con el 51% de los votos.
A fines de 2017, el Tribunal Constitucional Plurinacional, cuyos miembros fueron posesionados por Evo Morales tras las elecciones judiciales de 2011 donde hubo cerca de 60% de votos blancos y nulos deja en suspenso el artículo 168 de la constitución y abre las puertas a la reelección indefinida de autoridades, incluyendo presidente y vicepresidente, pese al carácter vinculante de la votación del referéndum de 2016 que rechazó la modificación de dicho artículo. Posteriormente, a fines de 2018 el Tribunal Supremo Electoral habilita a Evo Morales como candidato para las elecciones primarias de 2019. Ambos hechos polarizan al país y generan conflictos entre plataformas ciudadanas y de oposición contrarias a la reelección y partidarios de Morales que apoyan la continuidad del mandatario. Pese a las controversias se llevaron a cabo las elecciones el 20 de octubre del 2019, en el que se declaro como ganador a Evo Morales, pese a las irregularidades que detectaron los observadores internacionales. Originando de esta manera una serie de conflictos sociales que llevaron el nombre de Revolución de las pititas y el 12 de noviembre ante la falta de quórum parlamentario y en el marco del reconocimiento del Tribunal Constitucional Plurinacional sobre la base de un fallo de 2001 que avala la asunción de la presidencia ipso facto ante la vacancia de la misma, la vicepresidenta segunda del senado Jeanine Áñez es proclamada presidenta interina de Bolivia con el objetivo de convocar a nuevas elecciones.
* Redactado por el Instituto Nacional de Estadística.